Nicolás Díaz y Pérez (Badajoz, 1841-Madrid, 1902) fue uno de los personajes extremeños más reconocidos durante la segunda mitad del siglo XIX. Su presencia se mantuvo casi indefectible en periódicos, revistas, editoriales, partidos políticos, asonadas insurreccionales o reivindicaciones de cualquier género a favor de sus causas predilectas. Y al servicio de las mismas puso siempre su pluma polifacética, se ocupase de historia, literatura, ensayo, biografías o artículos de opinión, sometiendo, si lo consideraba oportuno, el rigor científico a sus propios ideales.
Los años más creativos de tan fecundo escritor coinciden justamente con la época dorada de la masonería española. Según el máximo en el tema, José Aº. Ferrer Benimelli, entre 1870-1900 se fundaron en nuestro país más de 1750 logias. “Don Nicolasón”, como gustaban apostrofarle los enemigos en las innumerables polémicas que sostuvo, al ingresar en la sociedad masónica, adoptó el simbólico de “Viriato”, sin duda por la admiración que siempre sintió hacia el caudillo de la antigua Lusitania. Ese mismo nombre impuso a su hijo, teósofo y orientalista emigrado al Paraguay. También Emilia Martín Herrería, esposa de Díaz y Pérez, ingresó en la masonería, donde dispuso ser llamada “ Esther”. Seguramente por estas adhesiones caería sobre el extremeño, como a tantos muchos le ocurrió, el silencio histórico que ha pesado en torno a su figura y obras.
Sin duda, la más célebre de las que escribió es el Diccionario histórico, biográfico, critico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres (1884), dos gruesos volúmenes, con prólogo de Francisco Cañamaque y noticias del autor a cargo de Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca. Desde Rodríguez-Moñino – tan ácido contra la obra – hasta los tiempos presentes, muchos nos hemos referido a este inmenso trabajo recopilatorio, con virtudes y defectos bien perceptibles, aunque no sean pocos quienes lo han utilizado de forma acrítica. A partir del estudio de Fermín Rey Velasco y Antonia Barroso Dávila, Nicolás Díaz y Pérez (Badajoz, Diputación, 1985) la aproximación al personaje y sus libros quedaría notablemente facilitada.
Otro tanto podrá decirse tras esta edición preparada por César Rina (Cáceres, 1986) y Àlex Tarradellas (Barcelona, 1982), con extenso preámbulo de De Madrid a Lisboa (impresiones de un viaje), donde el autor va dando cuenta del periplo en tren que lo llevase desde la capital española a la lusa durante diez días de un frío enero de 1874 (derrumbe de la I República) en compañía (real o imaginaria) del muy excéntrico, ignorante y bon vivant Mrs. Scot, que, casado con una mujer bicéfala, guarda en un cofre la cabeza de Crowmwell y grandes provisiones de alcohol.
Cabe suponer que el de Badajoz se sentía muy molesto con tantos viajeros Británicos r que por entonces nos visitaban y escribían crónicas muy negativas sobre el país cuya idiosincrasia se les escapaba. (Por lo que a nuestra región respecta, recordemos los dos tomitos de Viajeros ingleses por Extremadura, publicados por Jesús A. Marín Calvarro . Badajoz, Diputación, 2004).
Lo primero que deseamos resaltar es la excelente prosa de estos relatos (aunque los editores hayan hecho las oportunas laborees de poda, respecto a la prínceps de 1877). Ayudan a soportar el abigarradísimo discurso del autor, que se mete en todos los jardines a propósito del paisaje y paisanaje encontrados en cada estación del ferrocarril (se detienen a visitar, comer y dormir en las más importantes). Aranjuez, Mérida, Badajoz y Lisboa serán preferentemente atendidas.
Díaz y Pérez, lusófilo e iberista confeso, acaso sirviéndose de apuntes sacados del Diccionario de Madoz, abruma a su acompañante inglés (y a los lectores) con cúmulos de datos referidos a la historia, geografía, actividades económicas, monumentos, personajes ilustres de cada sitio. Por si fuese escasa la artillería, se hace el encontradizo en determinadas estaciones con personalidades, españoles y lusas, a las que había tratado y cuya biobibliografía se encarga de recordar. También tipos del pueblo, como “La ciega de Manzanares”.
Página tras página, lluvias de cifra van demostrando que, en comparación con las de las naciones europeas más desarrolladas, resulta imposible la modernización del país, exigida por los liberales burgueses, mientras miles de fanegas continúen desforestadas; no se rieguen las ricas vegas del Guadiana, ni se aproveche hidroeléctricamente el Tajo; falten carreteras y ferrocarriles; superabunden parroquias, ermitas e iglesias, servidas por tantos clérigos improductivos; gran parte de la población siga analfabeta… et sic de coeteris.
Por supuesto, convencido de sus ideales republicanos, laicos y regeneracionistas, el viajero no deja de atosigar a su acompañante (que no lo entiende mucho, aunque también va a terminar escribiendo un libro sobre España) con sus análisis de la situación socioeconómica de una nación antaño imperial y entonces semicatatónica.
Nicolás Díaz y Pérez, De Madrid a Lisboa (impresiones de un viaje). Edición, introducción y notas de César Rina Simón y Àlex Tarradellas. Mérida, ERE, 2022-