Son casi un millón las personas que se suicidan cada año. Y muchos más los intentos que se frustran, por unas razones u otras. Estamos ante un fenómeno que se produce en todos los países, aunque afecta más a los de rentas medias o bajas. Lo sufren personas de todas las edades, sexo y condición social, sin excluir a los jóvenes (es la cuarta causa de muerte entre los de 15 a 29 años). Los sociólogos señalan motivos para grupos especiales de riesgo (trastornos mentales, depresiones, crisis emocionales, fracasos económicos o profesionales, enfermedad crónica insufrible, rupturas amorosas, inadaptación, prisión, migraciones forzosas, pérdidas afectivas). Los suicidas recurren a métodos variados: autointoxicación, asfixia, disparos, ahogamiento… La trágica desaparición golpea también a familiares, amigos y al entorno relacional del muerto, quienes en muchos casos se inculpan de lo ocurrido.
Mila Ortega lo aborda con delicadeza, pero sin concesiones fáciles, en Los suicidios de Victoria Fontaine,conjunto de catorce relatos todos los cuales (excepto el último), acaban con el protagonista infligiéndose la muerte. Pocos escritores tan capacitados para afrontar el tema. Natural de Badajoz (1955) – ciudad donde, sin nombrar, discurren las los acontecimientos narrados – ha sido inspectora de policía y, actualmente, voluntaria en el Centro de Escucha San Camilo (servicio del Centro de Humanización de la Salud, cuyo fin es ayudar a las personas que pasan por una situación de sufrimiento o crisis). Está, pues, bien informada. Por otra parte, es autora de poemarios (Fugaz y sola, Álgebra esencial) y narraciones (Hija de la muralla, Leyendas de un dragón, Una firma en el agua, 300 Palabras) que demuestran su capacidad creativa.
Ambas virtudes – atención a los hechos y fantasía – adornan a Victoria Fontaine, trasunto de la escritora, mutatis mutandis. Como periodista, trabaja en la redacción de un medio de su pequeña ciudad, lo que le permite conocer cuanto allí ocurre. Pero su vena literaria la induce a referirlo trascendiendo las anécdotas reales e incluso permitirse imaginar si no habría podido conducirse por cauces diferentes a los constatados. A la vez, le encanta reflexionar sobre las particularidades de la condición humana, un análisis antropológico que las historias personales permiten establecer. Son los tres conductos por donde discurren estos relatos cortos, en los que no destacan las sorpresas (se sabe desde el principio que el protagonista terminará quitándose la vida), sino el delicado desarrollo de los procesos vitales hasta el exordio último.
Con alternancia entre apuntes biográficos del personaje considerado y reflexiones suscitadas por sus vicisitudes existenciales, Fontaine, narradora omnisciente, reconstruye vidas que todos podríamos haber conocido, hasta el desenlace fatal, cuyas misteriosas motivaciones desentraña. El joven negro injustamente detenido; un valeroso jefe de la Brigada Criminal; ese genial estudiante de Ingeniería, sometido a bullying por cierta profesora; la sexagenaria del delantal (tal vez el mejor relato); Julito, un cuarentón sinvergüenza; Benito, que ya no soporta a su mujer (tremenda su carta de despedida); cierta catedrática de Microbiología, incapaz de resistencia la pérdida del esposo; el enfermo de un Parkinson insufrible; el generoso y terriblemente frustrado miembro de la ONG humanitaria o los amantes émulos de Romeo y Julieta, son algunos de los suicidas que nos irán conmoviendo. Ni más cobardes, inconscientes, desconsiderados, irresponsables, incrédulos o soberbios que cualquiera de nosotros. Sólo víctimas de situaciones cuyo dolor los llega a desequilibrar hasta el punto de elegir otro desenlace que el dispuesto por la propia naturaleza.
“Es posible que las circunstancias tan dramáticas transformaran su libertad en desesperación y que lo que defendiera Cioran con tanto ahínco en sus pensamientos filosóficos a favor del suicidio no eran nada más que opiniones personales. Lo indiscutible… es el deseo permanente de dejar de sufrir, que no es lo mismo ni lo será nunca que desear morir”, concluye la autora (pp. 54-55).
Podrá discreparse de sus tesis, pero resulta difícil no conmoverse ante esta colección de historias doloridas, narradas con el estilo de quien cuida el lenguaje con tanta sencillez como pulcritud.
Mila Ortega, Los suicidios de Victoria Fontaine, Castellón, Unaria Ediciones, 2023.