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Manuel Pecellín

Libre con Libros

               DIEGO HIDALGO, FILÁNTROPO E INTELECTUAL ESPAÑOL

 

Diego Hidalgo Schnur (Madrid, 1942) es uno de los españoles con mayor proyección internacional. Vida tan intensa como la suya, volcada fundamentalmente a la filantropía en su tenaz empeño por conseguir un mundo mejor y aliviar las necesidades de los más desamparados, se va abriendo paulatinamente al lector, atónito ante la altura del personaje que suscribe estos dos volúmenes de memorias. Son mil páginas repletas de evocaciones, referidas con una asombrosa magnitud de datos, entre las que se nos relatan vivencias de infancia y juventud; estudios universitarios; ocupaciones múltiples; entidades fundadas o sostenidas; miles de personas con las que ha tenido relación, desde sencillos trabajadores a jefes de gobierno; vicisitudes familiares, más todo un cúmulo de consideraciones económicas, sociológicas y humanitarias. Todo recogido con asombrosa exactitud, toques de humor, delicadeza y la sencillez de quien escribe como habla. Conste que ha dejado en el cajón otras 800 páginas para que se editen más adelante, tal vez las más comprometidas por sus alusiones a personas, públicas (v.c. su íntimo amigo el Rey Juan Carlos II) o particulares, a quienes en forma alguna desearía perturbar.

Resulta imposible destacar en pocas líneas cuanto de relevante contiene esta enorme “Arboleda rescatada” (Alberti). Señalo lo que estimo de mayor interés para aproximarse a un hombre, por lo demás feminista militante, afecto al “pobre aliño indumentario” y alma de caballero medieval, creador de tantas organizaciones humanitarias, a quien con toda justicia se le han concedido extraordinarios reconocimientos, como el Commitment to Development Award (2009), estimado el Premio Nobel del Desarrollo.

Su escala ética, recogida por él mismo en decálogo (pág. 471, tomo II), se forjó sobre tres pilares básicos: el domicilio familiar, el Colegio Estudio  y la Harvard Businees School. Hijo de Diego Hidalgo Durán (Los Santos de Maimona, 1886-Madrid, 1961), célebre notario e intelectual, ministro de la Guerra durante la II República, y de Gerda Schnur (1910-1969), judía alemana que escapó del holocausto merced a las gestiones del futuro marido extremeño, ambos lo educarían en los valores de la austeridad, el trabajo, la honestidad, la empatía hacia los más débiles y los proyectos utópicos.  Se los reforzarían en la escuela madrileña que mantuvo los ideales de la Institución Libre de Enseñanza y, tras la licenciatura en Derecho por la Complutense, complementaría la formación como extraordinario analista financiero, bañado de realidades fácticas, en Harvard. Más tarde se doctora en Ciencias Políticas por la Universidad C. de Nueva York.

Diego Hidalgo trabajó para el Banco Mundial de 1968 a 1977, convirtiéndose en el primer español que sería Jefe de División, responsable de sus proyectos en los 45 países del África subsahariana.  Los capítulos donde se narran las labores allí sostenidas constituyen un verdadero tratado de historia contemporánea, no sin apuntes próximos a la novela. (Más de una vez lo consideraron agente de la CIA e incluso corrió peligro de muerte).

Afincándose (es un decir) después en España, decide dedicar la copiosa herencia recibida del abuelo materno a la lucha por un mundo más humano. Con tal fin, crea y mantiene una decena de fundaciones, entre las que sobresalen FRIDA; DFC (Empresa de Finanza del Desarrollo); el Club de Madrid (asociación de casi cien jefes de estado elegidos democráticamente) y el CITPax (Centro de Toledo Internacional para la Paz). Participaría en la creación del periódico El País y del Grupo PRISA, alzándose como el eje de las editoriales Alianza, Labor y Siddarth Mehta (así denominada en homenaje a su gran amigo indio) y patrono de incontables sociedades benéficas.

Fácil resulta imaginar los costos económicos, psicológicos e incluso sanitarios de tamañas labores. A mí me seduce leer con qué inteligencia y serenidad ha sabido conducirse en tantas y tan complejas circunstancias, donde no siempre el viento soplaría a su favor. Entre centenares de personajes ilustres con quienes ha debido relacionarse, llegando a ser amigos de casi todos, nos habla de Gorbachov, G. Soros, L. Senghor, Chomsky, los Bush, Clinton, el Dalai Lama, Borges, A. Hammer (creador de Colegios del Mundo Unido) o los españoles J. M. Maravall, J. Ortega Spottorno, Adolfo Suárez, Fernández Ordóñez, J.L. Cebrián, Jesús Aguirre, Javier Pradera o Jesús Polanco, sin olvidar a sus fieles trabajadores Carlos Castillo y Machaco. Según es lógico, las mujeres, hijos y nietos que jalonan su existencia ocupan espacios máximos.

Nombrado “hijo adoptivo de Los Santos” (2003), sus preocupaciones por nuestra Comunidad (pasó parte de la infancia en El Raposo y tiene casa hogareña en Medina de las Torres) han sido permanentes. El Consejo Social de la UEX, FUNDECYT, la Fundación Maimona o el Club Senior conocen su sapiencia y generosidad. El 2004 se le concedió la Medalla de Extremadura.

Pena que libro tan delicioso no haya pasado por más atenta corrección de pruebas para eliminar las numerosas erratas y frecuentes repeticiones.

 

Diego Hidalgo Schnur, Mis recuerdos, dos vols. Madrid, Siddarth Mehta, 2023.

 

 

 

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