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Manuel Pecellín

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ADULTERIO EN LISBOA

 

 

 

Entre los grandes escritores decimonónicos con que cuenta Portugal (muchos aparecen citados en la obra), Eça de Queirós (Póvoa de Varzim, 1845-París, 1900) sobresale por derecho propio. Unamuno, buen conocedor de las letras lusas, sostuvo que cualquier página de sus grandes novelas (El crimen del padre Amaro, 1875; Los Maia, 1888) constituye una joya, con valor en sí misma. Perdonada la hipérbole, tan frecuente en el genial vasco, ningún lector negaría que El primo Basilio encierra tesoros múltiples por la galanura de su prosa, riqueza de imágenes, finos análisis sicológicos, detalladas descripciones, apuntes humorísticos, toques eróticos y crítica social. Estamos, sin duda, ante una cumbre novelística del realismo literario europeo.

Eça, que con tanto acierto reflejó el mundo rural portugués con la obra protagonizada por el cura Amaro (nunca renunciaría a un anticlericalismo bien perceptible), centra ahora su relato en Lisboa, capital de un antiguo reino que el novelista, a través de los personajes más conspicuos, juzga aún tocado por las calamidades del Ancien Régime y, en consecuencia, preciso de radicales transformaciones sociopolíticas. No obstante, aunque la obra resulte profundamente urbanita, no faltan alusiones al mundo campesino, apoyadas sobre los trabajos que debe desarrollar en el Alentejo (hay incluso una referencia a una corrida de toros en Badajoz, pág. 91) el ingeniero Jorge.

Requerido éste para cumplir labores ministeriales por los pagos de Évora, Évora y Elvas, abandona durante los meses veraniegos (1877) el hogar lisboeta, donde su esposa, la joven y atractiva Lucía, afronta malamente la soledad para caer ante el acoso del primo Basilio, con quien mantuvo un ingenuo romance en la adolescencia. La génesis, desarrollo, clímax, frustración y terrible desenlace del episodio doméstico constituyen el tema de la obra, “difícil de entender sin Flaubert y su Madame Bovary, en puridad madre de todas estas batallas de adulterio femenino”. Así lo enuncia en su lúcido prólogo Vicente Araguas, a quien se debe esta magnífica traducción al castellano. Baste considerar el paralelismo entre la muerte por arsénico (el francés) y las fatídicas fiebres cerebrales (el luso), tan minuciosamente analizadas. Si el eje central de la novela lo ocupa pronto Lucía, a la postre la gran víctima, imposible olvidarse de los amigos que pululan en aquel microcosmos luso, cuyo eje lo constituye la casa familiar del matrimonio (Sebastiâo, generoso burgués con posibles; Juliâo, médico sin ventura; la nunca satisfecha Felicidades de Noronha; Leopoldina, “con más amantes que camisas”; el fatuo Ernesto, “el Dumas hijo”; el comisario Acàdio, de ilustradas ideas o la tía Vitoria, paradigma de alcahueta clásica). Contrapunto de la bondadosa, aunque débil Lucía es Juliana, la abyecta criada, descrita con los peores resabios proletarios y sin cuya traición no se entendería el trágico final. Todos tienen amantes o los buscan.

La felicidad, incluso la vida de Lucia, parecen importarle poco a Basilio, un dandy decadente, recién vuelto desde Brasil y París, más atento a la consumación de sus planes libidinosos, fiel siempre a los consejos de otro corrupto, el conde Reinaldo. Felipe Trigo (1864-196) pudo haber encontrado en ellos inspiración para describir algunos de sus propios personajes. Como también cabe pensar que Eça, allende los aires naturalistas del relato, impulsaría al español hacia planteamientos más próximos a la corriente modernista, que el portugués ya parece intuir en muchos momentos. Recuérdense el gusto de ambos por los detalles chics parisinos (¡cuántos galicismos en los dos!) en vestiduras, gastronomía, espectáculos musicales, etc.; sus críticas a los ímpetus bestiales del hombre frente a la delicadeza de la mujer o los afanes regeneracionistas de los dos escritores.

Las caminatas por el Passeio, Rossio, Largo do Loreto, Carmo, Chiado, Camôes y principales rúas o plazas de Lisboa nos conducen imaginativamente por una ciudad llena de encantos, saudadosa y calma, donde el burgués goza; las clases pobres malviven y los espíritus inquietos, más melancólicos que rebeldes, sufren por el retraso de una sociedad alejada de los aires dominantes en Europa. El novelista describe, denuncia, sugiere, acaso sueño con un mundo donde mujeres como Lucía no sean engañadas ni tengan que pagar tan duramente sus aventuras amorosas.

 

José Maria Eça de Queirós, El primo Basilio. Madrid, Pigmalión, 2022.

 

 

© Biografías y Vidas, 2004-2023

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