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Manuel Pecellín

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                                    JUGUETE CÓMICO DE CAROLINA CORONADO

 

 

 

Carmen Fernández-Daza es seguramente la investigadora que más ha hecho en pro de la figura de la escritora romántica por excelencia (recuérdese su Carolina Coronado un siglo en rotación. Mérida, ERE, 2023, monumental estudio de casi un millar de páginas, compuesto junto con Isabel Pérez González). En el último número del Boletín de la R. Academia de Extremadura, recién aparecido y que ella dirige, Dª Carmen acaba de publicar El alcalde de Monterilla, pieza dramática de su paisana. La investigadora almendralejense no ha querido limitarse a reproducir el texto de la Coronado, sino que adjunta un extenso estudio para contextualizarlo y explicar la génesis de tan simpática obra.

Aunque se sabía que fue estrenada en Badajoz, se la ha tenido como inédita, error provocado por el informe que P.M. Torres Cabrera, yerno de Carolina, remitiese al director de la revista Archivo Extremeño, Jesús Rincón, que preparaba un número especial en homenaje a la autora de Almendralejo, entonces recién fallecida (15-I-1911). Fernández-Daza, por el contrario, demuestra que se publicó el 16 de septiembre de 1849 en el nº 62 de La Tertulia, un semanal gaditano dirigido por Adolfo de Castro. La tenaz investigadora establece con todo lujo de detalles las circunstancias y motivaciones que mantuvieron aquel verano en la Tacita de Plata a la ya por entonces célebre poetisa extremeña; sus relaciones con los más notables escritores allí existentes y las características del órgano periodístico al que entregó esta pieza dramática (amén de numerosos artículos).

“Monterilla” es término con connotaciones peyorativas, que designaba un juego de pastores y campesinos, usuarios habituales de un sombrero rústico, más tarde aditamento lujoso del traje de luces torero. El título que Carolina pone a su juguete cómico remite a la figura del alcalde aldeano, quizás sin letras, pero con enorme sentido común, valiente y justo, tipos como el de Zalamea consagrado por Lope o Calderón y en tantas ocasiones utilizados para sainetes (Ramón de la Cruz). Fermín Caballero los expone de forma plástica en Los españoles pintados por sí mismos (Madrid, 1843).

El personaje que aquí sube al estrado, al poco de recibir su nombramiento para la alcaldía, se opondrá reciamente a uno de los males de la época, que arruinaba no pocos hogares y corrompía las buenas costumbres: el vicio del juego, cuyas víctimas suelen ser las mujeres.

Adaptándose a los aires carnavaleros típicos de la ciudad donde se publicó, la extremeña, profundamente feminista, escribe en claves de humor esta corta pieza teatral (un solo acto, con ocho escenas) para referir con gracia las vicisitudes del neófito alcalde que, espoleado por un grupo de esposas, no duda en enfrentarse contra ludópatas perezosos, entre ellos su propio hijo, a quienes no cavila en encarcelar.

La autoridad pueblerina, un labrador rico, cachazudo, falto de cultura académica, pero inteligente y resuelto, viene a ser la antítesis del petimetre urbanita, lechuguino pícaro, descarado, cuya petulancia y malas costumbres no pueden traer sino la ruina a su población, Nogal (¿Nogales, tal vez, el pueblo pacense en cuyo término se halla la Jarilla, dehesa donde la escritora pasó luengas temporadas?).

Estamos ante una nueva versión del clásico “menosprecio de corte y alabanza de aldea”, escrita en sonoros octosílabos (con algún decaimiento ocasional), que concluye airosamente: Escribano, dé usted fe/de que a estas gentes prendí,/porque a todas las hallé/riñendo y jugando aquí./Y sépase en esta villa/que sin ser un Salomón,/cumplió con su obligación/el Alcalde monterilla. Tan ufano se quedaba, como Pedro Crespo en Zalamea, tras hacer ejecutar al capitán violador.

 Del boletín de la RAEX se ha hecho edición impresa y online.

 

Carolina Coronado, El alcalde de Monterilla. Edición de Carmen Fernández-Daza.  Trujillo, Boletín de la RAEX, Tomo XXXI, 2023.

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