Próximo a alcanzar los noventas años, Rubén Caba (Madrid, 1935) ha querido recoger en este incandescente ensayo la multitud de voces y ecos que han ido acumulándose en su privilegiada memoria tras una vida repleta de experiencias múltiples, auténtico caleidoscopio de situaciones variadísimas. Como actor, testigo o víctima, su elaborada obra refleja bien tanto los avatares de un hombre comprometido, sabio, escéptico y un punto intransigente, como los diferentes contextos históricos de la España postbélica, autárquica, franquista, en transición, democrática, o socialista (con algún paréntesis), hasta los tiempos actuales. Rubén Caba ha tratado de cerca a muchos de los personajes (escritores, políticos, cineastas, músicos) más distinguidos. Van apareciendo, con sus grandezas y, sobre todo, miserias, en estas páginas poco dadas a misericordia con las debilidades ajenas.
Hijo de un personaje extraordinario, el filósofo y novelista Pedro Caba Landa, natural de Arroyo de la Luz (1900), de cuya agrupación socialista fue fundador, Rubén vive en aquel pueblecito cacereño los tres primeros años, que el padre pasó en la cárcel. Los pasajes donde se evocan las vivencias infantiles y, sobre todo, a la tata Tedora, sabia mujer que tan admirablemente cuidó de aquel niño vivaracho, sobresalen en este libro de memorias. Las evocaciones paternas (ver pp.11. 13, 40, 43, 47) provocan sensaciones ambivalentes.
Caba estudió bachillerato en el Colegio de la Alianza Francesa, de Valencia, licenciándose en Derecho y en Filosofía y Letras (sección de Filosofía) por la Universidad Complutense de Madrid. Más tarde se diplomó en Sociología por el Instituto de Estudios Políticos, de la capital española. Vive con intensidad los conflictos estudiantiles que durante los años cincuenta agitan las aulas y calles madrileñas. Se agradecería más concreción en el relato de las numerosas actividades contestarias donde tomó parte. Tal vez su espíritu escéptico, la desconfianza frente a los líderes políticos, un bien perceptible pesimismo antropológico y la información que le llegaba sobre las contradicciones existentes en los países del “paraíso comunista”, le indujeron a permanecer en zonas periféricas de la “movida”. Sus “vagabundeos” juveniles por Europa (Alemania y Austria), como obrero ocasional de la construcción, le permitirán conocer más de cerca cuanto se cocía a ambos lados del “telón de acero”. Viajes posteriores por numerosos países, aquí minuciosamente narrados, enriquecerán sus perspectivas. Cada vez ha ido reafirmándose en una indeclinable independencia de actuación y criterios.
Lector empedernido, no oculta sus preferencias por Kafka, Proust, Antonio Machado y Joyce, aunque el altar íntimo se lo ocupe el arcipreste del Libro de Buen Amor, sobre el que publicará importantes estudios, no exentos de polémica, al oponerse a interpretaciones anteriormente establecidas por autoridades académicas, como Criado del Val. No extrañará que abunde en consideraciones metaliterarias de todo género, casi siempre ofrecidas a través de brillantes metáforas y alegorías. De las “charranadas editoriales” sufridas hay amplia relación.
Rubén conoce como pocos la realidad sociopolítica española. Durante varios lustros trabajó como jefe de estudios de Iberométrica, elaborando informes sobre mercados, encuestas, estadísticas, etc., si bien no duda en proclamar que la Sociología es una ciencia superflua, pues sólo sirve para confirmar lo que todo el mundo sabe (pág. 137).
Mucho más placentero le resultó el retiro en San Lorenzo del Escorial, donde alterna las clases a los alumnos de con la escritura. Entre sus publicaciones, alternadas con colaboraciones en medios periodísticos, cabe destacar, amén de las dedicadas al Arcipreste de Hita, las novelas Islario (1980), Hispán e Iberia (1990), La puerta de marfil, (1988), Las piedras del Guairá (1996) y Días de gloria (2000). Entre sus libros de viaje, se elogia Cabeza de Vaca: Tras las huellas del Ulises del Nuevo Mundo (2021). Y le produjo no pocos quebraderos, aquí recordados, la elaboración de la obra colectiva 389 Escritores españoles opinan (1971).
Obvia decir que Caba, también montañero y frecuentador intermitente de las tertulias madrileñas más notable, Café Gijón incluido, se ha relacionado con muchos de los escritores españoles coetáneos. Entre los que aquí reciben más amistosa consideración figuran Julio Caro Baroja, Fernando Sánchez Dragó y Antoniorobles. Hombres de la política, como Francisco Rubio Llorente o Carlos Bustelo reciben atención. A mí me emocionan los pasajes dedicados a la pintora Beppo Abdul Wahab, “fruto maduro de la admiración” que sentía por tan singular mujer”. No recojo los “encuentros mohosos y agrios” (p. 206).
Un índice onomástico facilitación la localización de los antropónimos citados en el libro.
“Cartógrafo de las pasiones humanas “(p. 119); con indeclinable “propensión a bracear en un mar de dudas no cartesianas” (p.115); receloso de frente al Poder (mejor sería fragmentarlo, enuncia), las voces y ecos de Caba resultan impagables.
Rubén Caba, Voces y ecos. Memorias de un pasajero del tiempo. Madrid, Huerga y Fierro, 2023.