Si bien el término “Al-Ándalus” se utiliza en ocasiones para designar a toda la Península ibérica, se ha venido aplicando de modo más concreto a los territorios de la misma sometidos al poder musulmán durante el periodo 711-1492, marco cambiante según los siglos. Así lo explica una de nuestras grandes arabistas, la llerenense María Jesús Viguera, miembro de la Academia de la Historia y de la R. de Extremadura. A ella y a Eduardo Manzano se dedica la obra aquí presentada, como “referentes, ayer, hoy y siempre”.
La bibliografía sobre Al Ándalus no hace sino crecer y así lo demuestra el rico apéndice que adjunta el autor. Sólo Almuzara ha publicado sobre el tema casi veinte títulos. Daniel Valdivieso (Córdoba, 1983) la conoce bien y él mismo la ha incrementado con obras como La Córdoba de Ibn Hazm (2016) o Abd al-Rahman al Dahil, El príncipe Emigrado (2020). Y suya es la edición revisada de Ajbar Machmúa, una crónica anónima del siglo XI.
Para la graciosa colección “Eso no estaba en mi libro de Historia”, ha querido componer entre texto, de clara intencionalidad divulgativa, sin dimitir del rigor en los suyos acostumbrados. Adelantemos que la mayor parte de sus 323 páginas versan sobre la época más brillante de los andalusíes, la de los emires y califas cordobeses (756-1031), con Abderrahmán III en la cúspide, degradada por la división y el nacimiento de los reinos “taifas”. Obviando o refiriendo coyunturalmente lo más asequible para los lectores en los estudios habituales, Valdivieso se complace aportando multitud de anécdotas, biografías (de políticos, militares, poetas, filósofos, médicos, matemáticos, astrónomos), leyendas o relaciones poco conocidas, pero sabrosas y de fuerte valor significativo. A menudo, reproduce párrafos de crónicas más o menos coetáneas, documentos y poemas.
Permite así introducirse en aquel mundo tan complejo como cambiante a lo largo de los siglos, lo que impone matizar cuantas afirmaciones generales pretenden caracterizar “aquella amalgama de hispanorromanos, hispanovisigodos, bereberes y árabes que hubieron de acoplarse a partir del siglo VIII en al-Andalus” (pág. 244), donde el mestizaje y la interculturalidad imperaban.
Entre otros asuntos interesantes aquí abordados como la convivencia de creyentes en las tres “religiones del Libro”; la relevancia de determinadas mujeres (Egilona, Wallada, Abda Musa, Soraya, Shub, ) o la repetición de comportamientos distópicos (traiciones, conjuras, venganzas, rebeliones, luchas fratricidas, crueldades), frente a gestos de generosidad sublimes o pasión por el saber y la poesía, tres capítulos monográficos atraen la atención. El primero, está dedicado a la presencia del vino y otros licores alcohólicos en la sociedad andalusí, donde las orgías palatinas, tertulias báquicas y tabernas populares (regidas casi siempre por cristianos) abundaban, según se documenta por la multitud de libros, contratos e incluso imágenes referidas con todo detalle. El segundo trata sobre el sexo homo y hetero, incluso zoofílico, tan presente en los pueblos islámicos, que conciben la sexualidad “un don otorgado por Dios, cuya práctica es equiparable a cualquier acto piadoso… disfrutable tanto por el hombre como por la mujer” (pág. 241). El tercero constituye un muy original apunte sobre los orígenes, encumbramiento y hazañas de Almanzor.
Aunque la taifa de los Aftásidas, con capital en Badajoz, ciudad fundada por los musulmanes, tuvo notable relevancia política y cultural, apenas encontramos alusiones la misma. Las hay en las páginas 81, 119, 131, 186 sy 266. Sobresale la figura de al-Mutawakkil ibn al- Aftas, emir entre 1072 y 1093, a quien se atribuye una graciosa anécdota.
Son muchas y muy diferentes, no pocas rocambolescas, las aquí recogidas, útiles para mejor comprender los ambientes en que se produjeron. El autor las cuenta con gracia, sirviéndose de un lenguaje muy actual, aunque sin perder la precisión oportuna.
Dos grandes cronistas, Ibn Hayyan e Ibn Hazm, sustentan los apuntes más sustanciosos.
Daniel Valdivieso Ramos, Historia de Al-Ándalus. Córdoba, Almuzara, 2024