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Manuel Pecellín

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LIRIOS EN LA UMBRÍA DEL S. XIII

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan (…) Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos.

Con estos versículos de Mateo 6, según la versión que Casiodoro propone en la Biblia del Oso (1569), animaba Jesús a sus discípulos para que abandonasen cualquier afán de riqueza. Han sido recordados una y otra vez por quienes, a lo largo de una historia ya bimilenaria, apelan al Evangelio en busca de la pobreza original. Los lirios funcionan a menudo como alegoría de esa incitación a despojarse de los intereses mundanos para dedicarse exclusivamente a los del espíritu.

El siglo XIII, cuando surge “el otoño de la Edad Media” (Huizinga) – el gótico sustituye al románico, Aristóteles a Platón, el cetro al báculo –  los lirios conocerán una floración  magnífica por distintos lugares de Europa. Van a surgir impetuosos en la región italiana de la Umbría, con il poverello d’Assisi y sus seguidores como máximo referente.

Quizás ningún santo de la Iglesia católica suscita tanta admiración, hasta el día de hoy. No sólo entre los de su Orden (franciscanos, clarisas, terciarios…) o imitadores religiosos. Poetas, novelistas, cineastas, músicos, creyentes o agnósticos (Dante, Montaigne, Goethe,  lord Byron,  Listz,  Stendhal, Rilke, Hermann Hesse, Simone Weil, Chesterton, Saramago,  N. Kazantzakis, U.Eco, , Pasolini) …,  y, de modo especial, los genios del pincel producirán millares de obras con el inspirador de las Florecillas como personaje central.

Huellas del mismo continúan sorprendiéndonos en las poblaciones umbras donde más vivió (aunque también pasase por Roma y Egipto). Asís, con sus magníficas iglesias, tantas de humilde arquitectura, ilustradas por los genios de Giotto, Giovanni di Pietro, Cimabué o el hispano Lo Spagna, más múltiples lugares menores (Espoleto, Montefalco, Todi, Gubbio, donde la escena del perro rabioso, o Perusa, cuna de tantos maestros pintores).

Vicente Valero (Ibiza, 1963) es seguramente el escritor más sugestivo para conducir literariamente por la Umbría, como ha hecho con tantos territorios a través de sus anteriores libros de viaje: El arte de la fuga (2015), Duelo de alfiles (2018), Breviario provenzal (2021) o el ya ineludible Esperanza y pobreza. Walter Benjamin en Ibizaza,  ensayo que rescató Periférica, auténtica casa editorial del ibicenco. Intuir las esencias, el aura de los lugares visitados, tantas veces a tono con los pobladores que los habitan

-pobreza de Francisco y austeridad de la Umbría –, con empecinamiento en seguir las confluencias todas, es virtud impagable de este autor. Si, además, maneja una prosa que tantos timbres poéticos enriquecen, sus textos resultan de extraordinario interés. (Premio Loewe, Valero estuvo en Badajoz el año 2006 para participar en el aula “E. Díez-Canedo”, invitado por la AEEX, que le publicó el correspondiente cuadernillo con una selección de sus poemas).

El tiempo de los lirios es un canto a la enorme belleza, natural y arquitectónica, y a la enjundiosa gastronomía de casi todos los rincones umbros durante la visita que el autor les hace en dos semanas de primavera. Pero constituye, sobre todo, una afinadísima presentación de Francisco de Asís, perfectamente contextualizado en un siglo de esperanzas e ilusiones renovadoras. Aquel hombre de físico endeble, aunque de ánimo indomable; excomerciante, alarife, que nunca quiso recibir las sagradas órdenes, enamorado de la sencillez y la madre naturaleza hasta límites extremos, romántico e incluso ecologista avant la lettre, decidió dedicar su vida toda a reconstruir iglesias derruidas, predicar la buena nueva y atender a mendigos, leprosos y demás necesitados de ayuda. Con una capacidad de atracción fuera de lo común, se verá bien pronto rodeado de seguidores, que expandirán los mensajes franciscanos por todo el mundo. Papas, obispos, clérigos, emperadores, reinas (¡Sancha de Mallorca!), burgueses, clases populares recibirán – no siempre de la misma forma –  aquellos cantos y pregones con antiguas resonancias, tal vez puestas ya en olvido, que incitaban desde el ejemplo a instaurar el auténtico Reino de Dios en la madre tierra.

Nadal Suau escribió en “Babelia” (12-XI-24), y lo suscribo, que esta obra s “es una disidencia en voz baja contra la velocidad, la codicia y la ansiedad, contra las certezas vacías del presente”.

 

Vicente Valero, El tiempo de los lirios. Cáceres, Periférica, 2024.

 

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