Puede que, según cantó Carlos Gardel, veinte años no sean nada. Pero no sé cómo cuantificaría el tanguista argentino el doble colmado de esa cantidad, a saber los cuarenta y cuatro de intensa producción que el extremeño Manuel Neila nos proporciona, seleccionada por él mismo, en este volumen antológico, Las horas sucesivas. Poesía, 1978-2022. Afrontar su lectura, forzosamente pausada, produce un vértigo gozoso, generado por la multitud de temas, formas de expresión y diferencias conceptuales sostenidas a lo largo de nueve lustros, siempre con bien perceptible voluntad de estilo, por alguien que nunca ha renunciado a ciertas claves: una actitud profundamente humanística, fundamentada en la “exigencia de comprensión del hombre histórico y de la urgencia de una justificación del conocimiento proporcionado por las ciencias humanas y naturales”. Así lo declara el autor en el sucinto prólogo que adjunta a esta formidable entrega. Satisfacer el deseo de durar que todo sujeto lírico experimenta; conseguir el nombre exacto de las cosas (J.R. J.); engendrar a través de la palabra realidades autónomas, con ineludible capacidad sugestiva, son objetivos que los poetas se proponen, con mayor o menor inclinación según gustos propios. Los tres los ha ido asumiendo el escritor en su larga y rica carrera creadora.
Nacido en Hervás (1950), Neila salió pronto hacia Asturias, licenciándose en Fillogía Románica por la Universidad de Oviedo. Ha ejercido como profesor de Lengua y Literatura españolas, alternando docencia con labores variadas (poesía, ensayo, traducción, periodismo, edición, dirección de colecciones varias), hasta conseguir dedicarse exclusivamente a las letras. Dueño de una voz personal y libre, escribí alguna vez, que algunos tienen como cautelosa y casi secreta (a mí no me lo parece tanto), es verdad que ama la desnudez en poesía y la concisión de la prosa. Se declara lector preferente de creadores como Rilke, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Claudio Rodríguez, Valente, Eugénio de Andrade y Cristóbal Serra, sin abandonar nunca a los grandes románticos tipo Hölderlin y Novalis, o incursionar a menudo hacia territorios exóticos, como las paráfrasis bíblicas; la poética del japonés Matsuo Bashó o los clásicos grecolatinos (precisamente la antología se abre con una entrada de Lucrecio: Brevis hic est fructus homullis, otra apelación a la fugacidad de la vida humana).
La calidad de las obras de Neila ha sido reconocida por críticos como el también extremeño/astur J.L. García Martín (quien lo incluye en la ya mítica antología Las voces y los ecos, 1980); Martín López-Vega, para quien “la poesía de Neila es coloquial del mismo modo que lo es la de Cernuda o la de Leopardi. Sin concesiones a la actualidad, pero tampoco a barroquismos o surrealismos. La voz de Neila se quiere machadiana, clara para hablar de lo hondo”, o Luis Alberto de Cuenca. Éste puso prólogo a una obra de Neila, El camino original (Sevilla, Renacimiento, 2014), donde escribe sobre el libro: “Todo en él está hecho de observación de la naturaleza, de temblor delicado ante el paso del tiempo, de trazos y de signos sencillísimo que ocultan una rara sabiduría milenaria, de talento constructivo, de perfección métrica (sus haikus y sus tankas son, siempre, magistrales), del bisbiseo susurrante que caracteriza su dicción”.
Lo mismo puede decirse de otras de sus fórmulas expresivas predilectas, el aforismo, aquí generosamente antologado y con el que Neila rinde homenaje a Antonio Machado, “uno de los pocos autores españoles cuya escritura sigue hablándonos sin dogmatismo y con provecho”.
Criado en Extremadura, formado en Asturias y residente en Madrid, hombre para quien la patria es el lenguaje, el escritor nos sorprende a menudo con referencias, sugeridas o explícitas, a Hervás y sus hermosísimos paisajes.
Tankas, haikus, aforismos, poemas en prosa, microrrelatos, fábulas (milesias), coplas y otras fórmulas breves, tan queridas para quien ama lo fragmentario, constituyen este formidable caleidoscopio, también enriquecido con composiciones de largo alcance e incluso algún soneto coyuntural.
Manuel Neila, Las horas sucesivas. Poesía, 1978-2022. Sevilla, Renacimiento, 2025.