>

Blogs

Manuel Pecellín

Libre con Libros

         YA SE QUEDA LA SIERRA TRISTE Y CALLADA

 

Chus García (Sevilla, 1974) es periodista free lance, poeta, educadora infantil y profesora de yoga. Un día decidió venirse a vivir en Fuente del Arco, territorio limítrofe entre Andalucía y Extremadura, estribos de Sierra Morena, donde se funden dehesas, aguas, léxico, florifaunaflora y fauna , usos, creencias, costumbres y memoria histórica de ambas Comunidades. Lo experimentamos bien quienes provenimos de dichos lares. Enamorada de aquel entorno privilegiado, cuyos más íntimos recovecos conoce y admira, Chus se conduele al ver que también allí viene produciéndose la amenaza mayor para cualquier territorio: quedarse vacío de habitantes, abandonado por quienes supieron conservarlo e incluso enriquecerlo desde la remota antigüedad, atraídos ahora rumbo a los supuestos paraísos urbanos. Esta “España vaciada”, que se ha convertido de pirámide en seta demográfica por el despoblamiento, generará reconocibles y negativas consecuencias de todo tipo.

Es el entorno donde se enmarca Encaje, conjunto de relatos (8), con distinta extensión y estructura. Manejando recursos plurales, las voces de la narradora omnisciente (predominantes), el diálogo y el monólogo interior, alternan con el mismo acierto. Términos y expresiones del habla local acentúan el colorido. Se dibujan caracteres de variada personalidad, pero enraizados todos en la cultura agrocampesina agro campesina que los nutre, distinguidos por un bien perceptible aire de familia. Los eleva la empatía con que, en excelente prosa, Chus va presentando sus personajes, prototipos del amor y fidelidad que ella misma siente hacia ellos y tan fácil resulta compartir.

Así lo experimenta y expresa el prologuista, el extremeño Jesús Carrasco, uno de los máximos representantes españoles de la “novela rural”, que escribe: “Este libro, Encaje, es exactamente eso: un encaje de bolillos. Por la riqueza de sus materiales, por la pulcritud de su estructura, por la precisión de su léxico, por la elegancia de su prosa, por el equilibrio de su emocionalidad, por la calidad y calidez que transmite” (pág. 13).

Aunque todas sus tesleas ¿teselas? son de lectura recomendable, me quedaría con estas tres: “A dos metros de distancia”, “Wolframio y bolillos” y “Ojillos azules”.

Como en la mayor parte del libro,  la primera realza el papel de las mujeres, auténticas heroínas frente a las adversidades. Las afronta valientemente la joven Adelaida, cuyo rebelde marido fue pionero de la emigración rural, marchándose del cortijo de D. Manuel, buen amo, a Barcelona. Cae preso al participar en la famosa “huelga de los tranvías” (1951) y, moribundo por la anemia, hasta la cárcel catalana se dirige la joven e indefensa esposa para llevarle los últimos consuelos. Una odisea, tan conmovedora como líricamente narrada, que en circunstancias similares tantas españolas hubieron de repetir.

Después, cambia el escenario e incluso la época, adelantándose unos años ¿qué quieres decir? Tal vez sobra.. Otra sierra, la de Gata, donde los picos hacen florecer el wólfram que tanto ingleses como alemanes buscan para endurecer sus aceros bélicos, conoce una coyuntura antes inédita. El hambre volverá cuando termine la guerra y se cierren las minas. Acebo y poblaciones vecinas irán despoblándose indefectiblemente. En pasajes que evocan “La Nacencia” de Chamizo, aunque incrementando su crudo desarrollo, se nos hace compartir el parto de Flora y la enorme solidaridad con que los conciudadanos la asisten. La autora se esfuerza por hacerlos expresarse aquí en el habla típica de los serragatinos, como también lo viene realizando con la de la campiña Sur cuando procede.

Así ocurre en la última narración que señalé. El binomio Ana, trabajadora social delicadísima, y Servando, el viejo campesino empecinado en mantener su vida autárquica allende soledades y carencias, sustenta un relato conmovedor. El trágico final resulta previsible: el hombre, recluido cariñosamente en un geriátrico, no aguantará la nostalgia por la vida libre, que, aunque faltico yo lo pondría en cursiva y desamparado, se apañaba para mantenerse en el pobre cortijo.

Ya se van los pastores/a la Extremadura./ Ya se queda la sierra/triste y oscura, cantaban las novias  de los trashumantes, que regresarían a la Soria natal con los ganados bien nutridos. ¿Cómo, cuándo, por quién volverán las dehesas a conocer, a ser posible en más favorables condiciones, las risas, cantares, jolgorios y parloteos de ganaderos similares a los de antaño? Será más difícil que hacer  “encajes de bolillo” (título). Escritoras como Chus García frenarán la diáspora y alentarán el posible proceso de recuperación.

 

 

Chus García, Encaje . Mérida, ERE, 2025.

 

 

 

Temas

Blog dedicado a la literatura de Manuel Pecellín

Sobre el autor