Bien nutrida con datos cuya inmediatez asegura la hipersensible consciencia, allende los límites de espacio, tiempo u ocasiones, inicia su destilación la alquitara de la escritora. Calientan la matriz del alambique vivencias plurales, que una memoria fiel reactualiza o recoge del entorno: recuerdos de infancia alternarán con imágenes de hogaño; mitos de la cultura clásica, junto a la iconografía moderna; hexámetros latinos frente a refranes callejeros; lazos de sangre familiar y mayor o menor empatía, con ocasionales, aunque tal vez, eróticos encuentros; personalísimas, en fin, sensaciones a productos del marketing o la política …Todo es capaz de condensarlo delicadamente e ir entregando en pequeñas dosis sus perfumes (también podrían generarse medicinas, tóxicos o narcóticos). A quien asuma la degustación, se le servirán las pócimas bien encapsuladas lingüísticamente, en ocasiones casi crípticas o con guiños nada fáciles.
La sabia mano que mece la cuna es la de Pilar Galán (Navalmoral de la Mata, 1967). Licenciada en Filología Clásica, opta por abrir su entrega con unos versos de la Eneida de Virgilio (“Adparent rari nantes in gurgite vasto, // arma virum, tabulaeque, et Troia gaza per undas”), aliviados por la cercanía de J. Llamazares.
Catedrática en un Instituto cacereño, la autora irá sazonando sus píldoras mediante referencias múltiples al mundo de la enseñanza, tanto el que ella misma labora, como el que revive de sus años escolares. (No olvido que obtuvo el Premio Giner de los Ríos a la innovación educativa). Elegida ha poco, prepara su discurso de ingreso en la R. Academia de Extremadura de las Artes y las Letras, parlamento que esperamos con especial interés, mientras seguimos sus colaboraciones semanales en la prensa regional, ensayos pedagógicos y otras labores culturales. Pese tantos menesteres, ha sabido encontrar tiempo para publicar dos obras de teatro, siete libros de cuentos y cinco novelas, todo un deslumbrante currículum literario, al que suma ahora, también en su “casa editorial” de costumbre, El peso exacto de los días.
La escritora ha elegido esta vez como fórmula expresiva el microrrelato: 117, para una obra de casi las mismas páginas, si no se cuentan las de respeto y el índice). El reducido formato (21X14) supone que cada tesela de mosaico tan interesante conste, salvo excepciones, de entre diez a quince líneas. Más que cuentos, cabe incluir estos breves relatos en la familia de los aforismos, aunque proclives antes a suscitar emociones, estados de ánimo, complicidades de sentimiento o incluso suspenses con toques surrealistas, más allá de las intencionalidades ideológicas típicas del género (que tampoco faltan). El uso frecuente de las variaciones de un mismo arquetipo y, dentro de ellas, las anáforas repercuten de modo positivo.
Con prosa pulcra, sin alharacas superfluas, se hace transitar al lector, merced a leves apuntes, por domicilios domésticos, aulas académicas, hospitales, parques, playas y jardines donde cierta vez estuvieron o transitaron los protagonistas, redivivos en algún caso por la magia de la imaginación. Sin duda, las más relevantes son mujeres, casi todas de mediana edad, cultas e independientes. El uso de la primera persona acentúa la sensación de que el yo literario se reviste de notas autobiográficas. Según ocurre en su obra anterior, Si esto fuera una novela (Mérida, De la luna libros), cuyas virtudes aplaudí para los lectores de este periódico (15 abril 2023), por encima de todas se erige la figura de la madre, como maestra, educadora, costurera, enfermera, cocinera y amiga, la auténtica mantenedora del hogar, en términos que repito.
En la presentación de la obra (MEIAC, 13 noviembre 2025 ), mi sabio compañero de página, Enrique García Fuentes, anotaba como en este libro “los naipes bien barajados (y bien jugados) permiten ganar todas las bazas que la autora afronta con estos relatos breves que, como icebergs, contienen una inenarrable cantidad de hielo y furor ardiente por debajo de su leve apariencia; hielo y fuego que se contagian rápidamente al lector y consiguen dotar a toda la obra de una envidiable unidad de miras y de aciertos incontestables”. Lo suscribo de la cruz a la raya.
Por fortuna, cuando el dinosaurio se despertó, Pilar Galán seguía estando allí, escribiendo. Nostálgica, incisiva, humorística, tierna, solidaria, sugerente… su pluma es una bendición.
Pilar Galán, El peso exacto de los días. Mérida, De la luna libros, 2025.