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Manuel Pecellín

Libre con Libros

El Tribunal de la Inquisición

Hay obras que, por distintas razones, se han convertido en referencias ineludibles para los estudiosos. Tal es la que el año 1567 se publicaba en Heidelberg : Sanctae Inquisitionis Hispanicae artes aliquot detectae, ac palam traductae. Traducida pronto a las lenguas europeas más importantes, supone un tremendo alegato antiinquisitorial y según muchos fue piedra básica para la constitución de la “leyenda negra” española. Su aún desconocido autor, Reginaldus Gonsalvius Montanus, sabía bien de lo que hablaba, por más que, como rotundo polemista, no oculte su absoluta animosidad contra aquella institución. (Nosotros nos adherimos a la tesis del muy documentado Ch. Gilly, que no duda en atribuir el libro al extremeño Casiodoro de Reina. Ver su trabajo en Les Lletres hispaniques als segles XVI, XVII i XVIII. Barcelona, Universitat Jaume I, 2005, pp. 225 y ss.).
Según se deduce claramente del texto, el escritor conocía muy bien la ciudad de Sevilla, donde se habría sumado a las tesis luteranas junto con amigos notables como muchos frailes del convento de San Isidoro .
Perseguido por el temible Tribunal, cuyas “artes” o maquinaciones debió sufrir, logró escaparse de España y encontrar refugio entre sus correligionarios centroeuropeos. Ya a salvo de la Inquisición (relativamente, porque los tentáculos de ésta se extendían por media Europa), se propuso denunciar en un libro las artimañas, múltiples y refinadísimas, de que se sirven los inquisidores, centrándose en la actuación del Tribunal que tenía su sede en la capital andaluza. De esta forma, no sólo ponía en evidencia los métodos inquisitoriales (contrarios, según a él, a todo derecho y antítesis del espíritu cristiano), sino que sutilmente daba luces a los posibles encausados de cómo comportarse , para salir librados lo mejor posible, si caían en las garras de la Inquisición. A la vez, quiso dar cuenta detallada, ofreciendo generosos datos, “de algunos píos mártires de Cristo que sufrieron la muerte en suplicio con cristiana constancia por la confesión del Evangelio, y fueron después, por arterías de los inquisidores, con la nota de perfidia y defección infamados”, según reza la parte segunda del libro. Entre los que allí aparecen figuran nombres tan importantes para la historia de Sevilla, y aun de toda España, como Juan Ponce de León, Julián Fernández “Julianillo”, García Arias “El maestro blanco”, Juan Egidio, Constantino de la Fuente o Francisca Chávez.
Compuesta en latín para su mejor difusión, la obra ha sido vertida varias veces al castellano. El primero en emprender la tarea fue Luis de Usoz, para publicarla (1851) dentro de su célebre y reivindicativa colección sobre reformistas antiguos españoles con el título Algunas artes de la santa Inquisición española descubiertas y hechas públicas.
Aunque existen otras traducciones actuales, es esta la que ha decidido reeditar la cordobesa Almuzara (con leve modificación del título), bien que el propio Usoz avisó: “Va pues esta versión, muy literal, muy atada a las palabras del texto y tiene que parecer en parte dificultosa, pesada , desapacible”.
Así ocurre, en efecto, aunque es un libro tan conmovedor que fácilmente se superan los enojos de su castellano arcaico. La edición ha sido cuidada por David González Romero, que le pone un estudio introductorio tan extenso como iluminador. “ No se le puede negar a las Artes, escribe, su lugar como uno de los máximos exponentes de la literatura propagandística contra la política imperial de la Monarquía Hispánica en el siglo XVI y uno de los puntales que sostiene la Leyenda Negra española (…). A pesar de surgir de una operación propagandística y de los recelos que ello suscita, ha sido al mismo tiempo, y hasta el día de hoy, una relevante fuente histórica, en todos los acercamientos a la Inquisición, la realidad y represión del protestantismo en España y la historia de España del siglo XVI. Su fidelidad general a los hechos que relata, como hemos contrastado, parece poderle en el fiel de la balanza entre la historia y la propaganda a sus argumentos tendenciosos de proselitismo protestante”.

Reinaldo Artes de la Inquisición Española. Córdoba, Almuzara, 2010.

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