Natural de Monesterio (Badajoz), Francisca Gata estudió Geografía e Historia en Murcia, pasando después a residir en Albacete, donde vive dedicada casi con exclusividad a la creación. Autora de poesía, literatura infantil y narrativa, ha publicado las novelas El palacio de Sífilis, Fin del lamento (Premio García Pavón) y Ella anda (Premio Felipe Trigo de narración corta). Entre sus poemarios cabe distinguir La celda del mar, El felino dormido( Premio Paul Beckett) y Fuera del tiempo (Premio Odón Betanzos). Con Desterrados obtuvo el VIII premio nacional de poesía “ciega de Manzanares” 2009.
Lo primero que llama la atención del libro es su rotunda unidad. Casi podría decirse que se trata de un único y gran poema, compuesto en versos blancos y libres, donde el torrente expresivo de la autora arrebata ineludiblemente al lector. Según el título introduce, la obra está dedicada a ese tremendo río de sangre que abandona sus orígenes para buscar sobrevivir. Son los “desterrados”, las víctimas de exilios múltiples, que dejan atrás su mundo propio para poder introducirse en nuevos lugares , muchas veces tras dolorosísimas odiseas , y a menudo sin encontrar el jardín con el que habían soñado.
Ella misma nos ha referido dos situaciones que la condujeron a estos poemas. Un día de año nuevo, paseaba con su perrito por el parque. No había nadie por allí. Entonces llegó un hombre, le pareció ruso, y cogió una paloma. Se la metió debajo de la cazadora. Lo hizo con disimulo, pero sin poder evitar que ella lo viese. Desde luego, no la quería para enseñarla a volar, sino para la cazuela. Otra tarde salió de su casa y contempló a una joven rumana hablando con un hombre. No tendrá más de quince años .La muchacha estaba enseñándole una sortija y regateaba por ella con el hombre. Pero éste no quería la joya, sino llevarse a la muchacha para su uso y disfrute.
Son algunos de los personas que discurren por estos poemas, junto con otros adolescentes de perdidos paraísos; negros y mulatos tan dulces como invisibles; “zarinas” del Volga que malviven en tugurios y burdeles ; ucranianos nostálgicos del Don de Sholojov; magrebíes que añoran los huertos de Hammed o rusos y polacos, definitivamente lejos del vodka.
Pero Desterrados es mucho más que un texto de poesía social. Es un libro de amor por la humanidad. Habla conmovidamente de soledades, de pérdidas, de paisajes grises y gente que se sabe excluida, del miedo que perfora el corazón. Por lo común, la escritora busca distanciarse, dejar que los versos discurran en bocas ajenas, aunque paulatinamente, sobre todo en la parte última, ella misma se ha dejado implicar y recurre a la primera persona para referir cuanto le turba. Pero siempre recurriendo más a las connotaciones que a lo denotativo, apelando a velos y sugerencias en lugar de las expresiones explícitas. A menudo construye asociaciones desconcertantes, imágenes sorprendentes, giros y tropos de sello surrealista, a tono con ese mundo absurdo, desgarrado, sin ley ni roque, en que con tanta frecuencia discurren los nuevos emigrantes, sin alivio para terrores cuyas garras implacables nunca habían podido intuir. Desterrados es un canto de solidaridad. Como la Nausicaa de la autora suscribe con Homero el “Forastero, quien seas…”, sé bienvenido.
EL LIBRO
Título: Francisca Gata Amate
Autor: Desterrados
Editorial: Ediciones Vitruvio. Madrid, 2010.