Natural de Castuera (1957), Eladio Méndez ha vivido desde su niñez en Mérida, donde reside. Tuvo que ponerse a trabajar con muy pocos años, lo que le imposibilitaría seguir una educación reglada. Como su admirado Manuel Pacheco, la lectura y la participación en diferentes colectivos culturales (Babel, Ecos de Papel, Poetas por la paz o “Gallos quiebran albores”, de la que fue miembro fundador), le ayudarán a formarse literariamente.
Hombre de claros compromisos sociales, Méndez ha cultivado sobre todo la llamada poesía de la conciencia, tanto experimental como discursiva. “Escribo para evitarme una úlcera de estómago”, ha dicho alguna vez. En su penúltimo poemario, La memoria encendida (Amargord, 2016), la voz crítica de Méndez se alzaba rotundamente contra las injusticias de todo género que sufren los menos afortunados.
En Corazón convulso ensaya nuevos registros, de carácter intimista, con breves poemas inspirados casi todos en amores no siempre felices. “Con este libro no pretendo otra cosa que ofrecer una visión personal de una relación diaria de pareja, con sus desencuentros y conciliaciones, con sus abandonos y esperanzas, sus hastíos e ilusiones, con los gritos y caricias que surgen a diario de la misma forma que la sed, el vértigo, el deseo de amar o la necesidad de huir”, adelanta en los preliminares.
Tal vez lo une con sus entregas anteriores la decidida voluntad de atenerse a “la voz del pueblo”, los rostros y bocas anónimas de los que habría escuchado las expresiones, o sorprendido los gestos capaces de expresar el complejísimo mundo de las relaciones amorosas.
Antes de asumirlos como suyos y llevarlos a verso, el poeta los depura en su exigente crisol, devolviéndolos con la pulcritud e ingenio que le distinguen, sin pérdida alguna de la fuerza primigenia. En la mayoría de los poemas, el amante se dirige a la mujer antaño tan próxima, hoy quizá lejana o perdida definitivamente, expresándole su inmarchitable afecto, que no obtiene respuesta, recordando los antiguos fervores compartidos. La búsqueda de un diálogo cómplice, roto antes de establecerse. En otros poemas se olvida de dirigirse a la hermosa, fría y muda, para evocar desde la distancia los apagados ardores.
Me etiquetas de obseso sexual/cuando solo pretendo/tatuar con mis labios/la apalabra deseo///en la sugerente estela/que deja tu figura.
Estos versos iniciales nos ponen en la pista de tantos aciertos como han de seguir. Destaca la facilidad de Méndez para sorprender con imágenes cotidianas (la del viejo automóvil que, por falta de deseos, llegó virgen al desguace); trascender tópicos (lo que mejor funciona en el amor es el boca a boca) o concluir irónicamente (He de decirte, sin ninguna acritud/que te sienta cono un guante/la paga vitalicia de la separación).
Corazón convulso es un libro capaz de conmovernos con la engañosa sencillez de un lenguaje labrado tras luengas horas y la carga emotiva de sensaciones que a todos nos han herido alguna vez. Sus “poemas del desamor” para nada desdicen de los de denuncia y rebeldía a los que Méndez nos tuvo acostumbrados.
Eladio Méndez, Corazón convulso. Sevilla, Wanceulen Editorial, 2021.