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Manuel Pecellín

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 GENIOS  DEL FÚTBOL AFRONTAN EL FRACASO

 

Me pregunto cuánto se pagaría hoy por un equipo de fútbol en el que formasen estos jugadores: Moacir Barbosa (brasileño), Androzs Brehme (alemán occidental), József Bozsik (húngaro), Samuel Okunowo (nigeriano), Lutz Eigendorf (alemán oriental), Matthias Sindelar (austríaco), Omar O. Corbatta (argentino), Robert Prosinecki (croata), Salvador Cabañas (paraguayo), Roberto Baggio (italiano) y Canhoteiro (brasileño). Un once fabuloso, que Emmanuel Ramiro (Guadalupe, 1987) ha reunido aquí porque a todos ellos los distingue cierta peculiaridad: conocieron en su día el éxito deportivo, pero también las mordeduras del fracaso. Quizás nadie les leyó el famoso poema Kipling, “If”, para afrontarlo adecuadamente.

Ramiro está licenciado en Periodismo y, siempre con las zapatillas puestas, pues el deporte es una de sus grandes pasiones, ha trabajado en televisión (La Sexta), radio (Cadena Cope), periódicos (HOY) y diferentes medios digitales (Marca Plus, The Tactical Room). Actualmente lo hace en CMMedia, colaborando regularmente con Alacontra.

Ramiro, al que también leemos cada dos meses en Guadalupe (la publicación periódica decana de Extremadura), junto a la firma de su padre, el entrañable cronista de la Puebla, debe haber ido conformándose un arsenal de datos inmenso. Asombra el cúmulo de referencias que ofrece sobre cada una de aquellas figuras para componer el retrato psicológico de los mismos en una especie de novela coral, por cierto, con muy cuidada y rica prosa. Sigue a los personajes desde sus años infantiles, mostrando cómo y dónde fueron formándose, sus formas de entender el juego y los éxitos que lograrían cosechar, para detenerse en los factores que los conducen a la “derrota” y exponer cómo reaccionaron ante la misma.

Pero el autor no se ciñe a componer unas historias personales, cargadas de consideraciones psicológicas. Tanto como los apuntes biográficos, interesan los de carácter sociopolítico que sobre los países de pertenencias de sus protagonistas va bocetando. Recordemos algunos.

A Barbosa, portero genial, nunca le perdonarían el fallo que propiciase el gol de Gigghia, clave del “Maracanazo” sufrido ante los charrúas. Goliat vencido otra vez por un feble hondero. Uruguay se alzaba como campeón del mundo en la propia casa del gigante. “En todos los lugares, en todos los países, existen catástrofes. Nuestra catástrofe, nuestra Hiroshima fue la derrota frente a Uruguay en 1950”, escribirá el dramaturgo Nelson Rodrigues. Barbosa fue el hombre que hizo llorar a un Brasil plagado de enormes problemas. Pasará medio siglo hasta que otro cancerbero negro, Dida, acceda a la portería canarinha en un Mundial.

Bozsik, “el comunista ejemplar”, gran amigo de Puskas, fue el ídolo de aquella Hungría de la posguerra que asombró al mundo con el triunfo en el imbatible Wembley (1953). Comandaba un conjunto asombroso, con otros jugadores de fábula, como Hidegkuti, Czibor, Kocsis… Tras invadir Budapest la URSS (1956) para aplastar la revolución húngara contra los soviéticos, aquella “generación de oro” se esfumaría por media Europa, España incluida. Poco antes (1954), habían perdido sorprendentemente en Berna la final del Campeonato del Mundo ante Alemania. Bozsik nunca quiso exiliarse. Modelo de deportista ejemplar y comprometido con la causa socialista, rechaza suculentos contratos y permanecerá en su país hasta que su aún joven corazón le impone un último quiebro (1958).

Para hacerse una idea de lo que fue la República Democrática Alemana, con el clima asfixiante que la Stasi imponía, “cuando desertar es marcarse un gol en su propia puerta”, vale seguir el caso de Eigendorf. El ídolo del Dynamo de Berlín, “el Beckenbahuer del Este”, resulta un paradigma. Se fugó a la Alemania Federal en 1979. Cuatro años después, su Alfa Romeo se estrelló sospechosamente contra un olmo, muriendo a las pocas horas. “Tod dem Verräter”.

Finalmente, con Prosinecki, el frágil rubio que se vistió de blanco en Madrid, el del cigarrillo inoportuno, seguiremos las peripecias propias de un centrocampista extraordinario, así como las de aquella Yugoslavia que explosionó y se descompuso tras la muerte de Tito y las guerras de los Balkanes.

Emmanuel Ramiro, con su ópera prima, tan madura, ha venido a enriquecer significativamente la nómina de los narradores extremeños. “Todos perdieron algo. Todos nos ganaron para siempre”, reza el subtítulo de la obra. Suscribe el prólogo Juanma Trueba.

 

 

Emmanuel Ramiro, Ilustres perdedores. Ciudad de Buenos Aires, LIBROFÚTBOL, 2021.

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