A cualquier persona medianamente informada le resulta fácil componer una extensa lista con nombres masculinos de navegantes, conquistadores, arquitectos, juristas o religiosos célebres que protagonizaron el descubrimiento, dominio, colonización, evangelización y mestizaje de América. ¿Qué ocurre si se le pide otra de mujeres pasadas al Nuevo Mundo como esposas, compañeras, sirvientes, concubinas o herederas de tales hombres? Claro que también miles y miles de estos mismos permanecerán para siempre anónimos. Lo denunciaba a su modo, igualmente machista, B. Brecht cuando en el “Poema de un obrero que lee” se pregunta por los albañiles constructores de Tebas, la muralla China, Babilonia o Roma; los soldados de Alejandro; el cocinero de César durante la guerra de las Galias o los náufragos de la Armada Invencible.
Carmen García, especializada en Historia Militar, ha impartido docencia en la Universidad Francisco de Vitoria y en el ESIC Business & Marketing School y ha trabajado en el Departamento de Archivos Navales del Instituto de Historia y Cultura Naval, así como en la sección de Comunicación Estratégica del Gabinete del JEMAD. Con Pioneras se ha propuesto difundir, en lo posible, “la desconocida y apasionante historia de aquellas mujeres que hicieron posible la América que hoy conocemos”, fijándose fundamentalmente en las españolas hasta allí emigradas durante el siglo XVI.
La autora reconoce la escasez de documentación al respecto, en la mayoría de los casos porque los burócratas oficiales apenas se preocuparon de consignar, según hacían con los hombres, las condiciones y circunstancias femeninas. Sólo recurriendo a referencias ocasionales (en cartas, testamentos, pleitos, capitulaciones, solicitudes, crónicas de la conquista, contratos de compraventa) se puede recomponer, siquiera sea parcialmente y en pequeño número, las biografías de tantos miles de mujeres (en torno a un 20% del total de pasajeros a Indias) que, ya desde el segundo viaje de Colón, no dudaron en “pasar el charco”, por diferentes motivaciones.
Desde luego, “la Corona española propicio que viajaran al Nuevo Mundo las mujeres de los colonizadores, de tal forma que se promulgaron leyes y se dictaron disposiciones que favorecían y también las hubo que obligaban a los colonos a viajar con sus esposas o mandar traer a las que se habían quedado en España” (pág. 59). Otra cosa es que se cumplieran siempre, ni siquiera merced a los tribunales de la Inquisición (que comenzó a funcionar en México a partir de 1571).
Entre las muchas damas incluidas en estas páginas, voy a recordar varias que, naturales de Extremadura, desarrollaron un papel de mayor trascendencia histórica. María Escobar e Inés Muñoz de Alcántara, cuñada de Pizarro, introdujeron el trigo en América (Perú). La llerenense Catalina de Bustamante, embarcada con su esposo y dos hijas rumbo a Santo Domingo el 5-V-1514, merecerá el título de “la primera maestra de América” por los numerosos colegios que fundó y mantuvo en distintas poblaciones mexicanas. María de Esquivel engendró con Carlos Ynca Yupanqui, nieto de Huayna Capac, a Carlos Inquill Topa, que llegaría a ser regidor de Cuzco y casaría con la trujillana María Esquivel Amarilla, dando origen a una poderosa familia mestiza. Sobre Ana de Ayala se lee en el DBE.RAH que “tras la muerte de su marido en el bergantín en el que navegaban por el Amazonas, llegó con el resto de los supervivientes a la isla de Margarita, desde donde fue primero a Nombre de Dios y luego a Panamá”. A la placentina Inés Suárez, sin duda la más célebre, extraordinaria compañera de Pedro de Valdivia y la primera española que pisó Chile, se le han dedicado dos capítulos (pp. 185-192). Si bien no mostraría menos valor la noble cacereña Mencía de los Nidos, a la que Ercilla tan elogiosamente dedicó varias estrofas en La Araucana.
El libro de Carmen García, prologado por Agustín Ramón Rodríguez González, académico e historiador, compuesto con sencillez metodológica y lenguaje cotidiano, constituye una excelente propedéutica.
Carmen García, Pioneras. Mujeres en la conquista de América. Córdoba, Almuzara, 2021.