Poesía elemental supone una agradable sorpresa, por razones varias: la estructura del volumen, los heterónimos que lo suscriben, sus múltiples motivos líricos y, claro es, la calidad literaria de la prosa y versos aquí tan armónicamente conjuntados.
Constituye la segunda entrega de un autor hasta ahora desconocido para el público, de quien sólo sus íntimos conocían sus aficiones creadoras. En efecto, la primera fue Versión original 5.G, autoedición con escasos ejemplares, que sólo repartió a los más próximos. Entre ellos, los escritores Benito Estrella y Luciano Feria, segedanos como Demetrio Meléndez Díez, que les rinde gratitud en estas páginas.
Quien realmente lo hace es Francisco Muñoz Méndez, oculto tras el heterónimo antes dicho. El mismo también traspuesto bajo el del editor y prologuista, Imanol Mendizábal, sin que sean los únicos seudónimos del libro (
Muñoz ha sido profesor de Historia los institutos de Fregenal y Zafra, donde estudió el bachillerato y reside, prematuramente jubilado por razones de salud.
José Najarro Lanchazo (Zafra, 1987), responsable para España de la editorial RIL, ha tenido el acierto de decidir esta publicación, acogiéndola en la serie “carméniére”, colección que inaugura con V. Huidobro y donde también han aparecido obras de los extremeños J. Pérez Walias, José Antonio Llera y Carmen Hernández Zurbano. (En otra de sus colecciones, “ensamble”, sacó L. Feria Sentido y melancolía). Sabe bien lo que hace: es autor de los libros La Vespa amarilla, El extraño que come en tu vajilla, Lo que cuentan mis hermanasy No supo Víctor Frankenstein ser madre y está incluido en antologías como Nacer en otro tiempo. Antología de la joven poesía española, Piedra de toque. 15 poetas emergentes en Extremadura o Diáspora. Poetas extremeños en el “exilio”.
Con su título anfibológico, Muñoz emite mensaje doble. Por una parte, presentar excusas (no las necesita) por irrumpir con una escritura que de ningún modo es “elemental”, sino fruto complejo, largamente madurado. Por otra, remitiéndose a la tabla periódica de los elementos, ofrecer homenaje al catedrático Enrique Moles Ormella (Barcelona, 1883-Madrid, 1953), un científico genial, a quien la dictadura franquista maltrató de manera ignominiosa. Numerosos versos de Poesía elemental conjugan denotaciones y connotaciones sustentadas en la doble vertiente, la referencial y la sugerida. Por poner sólo unos ejemplos, recordaré los de los antepasados Celsia y Polonio (metales); “fe”, manejada como virtud y símbolo del hierro; “nieve” (atmosférica, sodio) o “luz (solar/radioactiva).
Para percibir esos y otros juegos lingüísticos, el autor adjunta a cada poema un aparataje de notas explicativas, bastante más desarrollado que los propios versos. Estos se agrupan en tres partes: “Lírica y Química” (1993), “El vuelco del electrón” (2009) y “El hombre invisible” (2019,) que cabría pensar responden a las fechas de su composición. Desde luego, cada una nos parece más valiosa que la anterior, siendo la última el auténtico núcleo de la entrega. Se añaden …”Y dos poemas desesperados”, (guiño a Neruda) contra la energía nuclear (Nagasaki, Chernobil, Fukushima), un epílogo el apéndice de ingeniosas ilustraciones y la bibliografía.
Demetrio Meléndez se muestra igualmente profundo, desnudo e inspirado cuando evoca lugares, ficticios o reales, que le emocionan (Venecia, Mompracem, Lascaux, París, Yellowstone, Tura, la célebre cantera egipcia); personajes admirados (la Celestina, Garcilaso, A. Machado, Lorca, M. Hernández, Salinas, José Á. Valente, Leonardo Cohen) y acontecimientos vividos o fantásticos (el supercomputador HAL y la odisea del espacio), que cuando roza asuntos filosóficos, religiosos y sociales, o contempla una añosa fotografía. Su extraordinaria cultura le permite descifrar al lector los códigos líricos en que el poeta los fue quintaesenciando. En algún caso, incluso se duplica la misma composición para incidir más fácilmente en algunos versos.
Viene de ti la luz,/indómita y antigua,/para acostumbrar/la pupila a tu lumbre,/como el pájaro/a la mano que ofrece pan./Encender aguas/atadas al fango/arrinconar tinieblas (pág. 131). Tal es el oficio genesíaco que Demetrio Meléndez, o sea, Francisco Muñoz, con tamaño acierto cumple.
Demetrio Meléndez Ruiz, Poesía elemental. Barcelona, RIL editores, 2021.