Deforestar la pineda para construir un campo de golf; esquilmar un lago mediante pescas ilegales; corromper dehesas, viñas y olivares con pesticidas prohibidos; maltratar animales en granjas o mataderos inmisericordes; destruir un bosque de ribera domeñándolo con cemento… son atentados que cada vez irritan y levantan más protestas. Un grupo internacional de ecologistas, cansados quizás de que no se escuchen sus voces, decide recurrir a la acción armada contra quienes juzgan responsables de las destrucciones medioambientales. Convirtiéndose en secuestradores e incluso asesinos –barbarie contra barbarie, proclaman -, aunque también actúen violentamente en otros países (USA e Italia), eligen Sevilla como epicentro de sus crímenes.
A Camino Vargas, jefa del Grupo de Homicidios, le tocará descubrir y someter tan peligrosa trama ecoterrorista. Las lluvias torrenciales del otoño que anegan la ciudad del Betis, se lo ponen aún más peligroso. Una riada del Tamarguillo, similar a la que asolase Badajoz la noche del 5 al 6 de noviembre de 1997, resulta al fin tan destructiva como esclarecedora.
A la madura, sabia, brusca, valiente y libérrima inspectora la conocíamos ya por su protagonismo en las dos entregas anteriores: Progenie (2020) y Especie (2021). Las alusiones a personajes y acontecimientos referidos en las mismas hacen difícil la lectura de la última si no se conocen las otras dos, según ocurre con todas las sagas. Con este thryller, su autora demuestra cada vez más dominio del género negro,
Conviene recordar, por las repercusiones perceptibles en todas sus novelas, que Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981), licenciada en Derecho y especializada en Cooperación Internacional, ha sido Directora del Instituto de la Juventud de Extremadura (2007-2011); Presidenta del Comité contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia y colaboradora de plataformas nacionales e internacionales como la Asociación por la Igualdad de Género en la Cultura Clásicas y Modernas y la Red de Mujeres Jóvenes Africanas y Españolas.
Los valores éticos que se deducen de dichas responsabilidades inspiraban ya la actuación de Annika Kaunda, agente de origen namibio afincada en la comisaría de Mérida, protagonistas de otra serie anterior. A propósito de la entrega Vino y pólvora (trama criminal enmarcada entre Almendralejo y Torremejías) escribí que “la estructura recuerda el discurso del cine de acción. Como se encadenan los fotogramas que trepidan, se suceden aquí los pasajes múltiples que componen la novela, transitándose a veloz ritmo de un escenario a otro (…) Susana Martín conduce hábilmente a los lectores por las diversas tramas, urdidas con sabia distribución del suspense, hasta el imprevisto desenlace”.
A la misma fórmula se acoge Planeta, acaso incrementada la rapidez con que aquí se suceden los acontecimientos. Sus casi 500 páginas, subdivididas en un largo centenar de epígrafes, discurren casi sin permitir reposo al lector. Si bien predominan los diálogos, compuestos con la vivacidad del lenguaje cotidiano, que a menudo alcanza el habla de las clases populares o los tecnicismos de Internet, la autora puede describir ágilmente un paisaje urbano; las entrañas químicas de cualquier explosivo o contaminante fitosanitario (se esforzó por documentarse); las características de las barriadas sevillanas más heridas por el paro, la droga o los robos.
Si Camino se erige como el núcleo de la narración, otros personajes secundarios resultan no menos atractivos. Del cuerpo de policía andaluz, cuyos componentes a menudo demuestran las mismas debilidades humanas que cualquier ciudadano, sobre los agentes Paco, ahora compañero sentimental de la inspectora, así como el joven Fito, que supo ascender desde la degradación barriobajera hasta la comisaría y cuyos familiares aparecen también con extraordinaria potencia narrativa.
Susana Martín, expresidenta de la AEE, ha alcanzado una asombrosa madurez, que críticos y estudiosos le reconocen de forma creciente,
Susana Martín Gijón, Planeta. Barcelona, Penguin Random House, enero 2022.