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Manuel Pecellín

Libre con Libros

FRENTE A LA SOBERANÍA DE LAS PLATAFORMS DIGITALES

 

 

“La lechuza de Minerva levanta el vuelo a la caída de la tarde”. Así escribe Hegel, quizá el pensador contemporáneo más influyente, en el prólogo a su Filosofía del Derecho (1820). La sabiduría comienza a activarse con la llegada del crepúsculo, buscando explicaciones a lo acontecido durante el día. Según esta interpretación de tan hermosa metáfora, a los filósofos incumbe no adelantarse a la historia, sino hacernos entender cuanto sucede. Como epílogo de sus elucubraciones, el fundador del Idealismo dialéctico concluiría con un célebre dictum: “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”. ¿Podrá sostenerse hoy la paráfrasis de que todo lo real es digital y todo lo digital es real, con las consecuencias que de ahí se derivarían?

Es la pregunta clave que plantea el autor de La condición digital en este luminoso y actualísimo ensayo, compuesto a raíz del Covid-19, que sin duda aceleró la ya por entonces perceptible decadencia de lo analógico. Por un lado, nuestros hogares, clásico refugio de la privacidad inviolable, continúan siendo acelerada y progresivamente invadidos (no sin complicidad de los dueños) por ordenadores, ipads, videojuegos, robots de limpieza y cocina, alarmas, televisores, reproductores musicales, kindles y pantallas de todo género, artefactos electrónicos cuyo uso nos delata. Más soplones aún son los teléfonos móviles (su número supera ya el de nuestra población) y los conocidos como “wereables” (relojes, pulseras, zapatillas, ropa) capaces de recoger y transmitir información.

El manejo de tales dispositivos tecnológicos genera gigantescos big data sobre los gustos, preferencias, salud, fobias y filias de cada usuario. Las plataformas de las que depende su utilización (las “cinco grandes”: Alphabet-Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) se construyen así un extraordinario acervo y, con él, recursos económicos, políticos y sociales de incalculable trascendencia. Los gobiernos democráticos resultan incapaces de controlarlas, por lo que aquellas se han erigido en dueñas del mundo hasta límites antes insospechados para cualquier otro poder. Frente a las mismas, ¿dónde quedan las libertades de las personas, otrora concebidas como centro del universo?

Añádanse los avances diarios de la Inteligencia Artificial, con la construcción de cerebros electrónicos cada día más semejantes, si no superiores, a los del hombre mismo, más las crecientes demandas de los ciborgs,hombres y mujeres con capacidades multiplicadas merced a dispositivos cibernéticos implantados en sus órganos. (Un tetrapléjico consigue caminar gracias al que le han colocado entre el cerebro y su médula, notifican los periódicos esta mañana del 24/V/23).

¿Hacia dónde vamos, visto el imperio irrefrenable de lo digital, se pregunta el autor, apoyándose en una obra de su admirada H. Arendt, La condición humana?

Pocos entre los españoles más preparados que Juan Luis Suárez para encontrar respuestas. Natural de Badajoz, donde se hizo bachiller, doctorándose en Filosofía por Salamanca y en Estudios Hispánicos por la MCGill University (Montreal), cuenta con un Global Executive MBA de la IE Bussiness School. Es Profesor de Humanidades Digitales y Ciencias de la Computación en la Western University, en Canadá. Allí ejercetambién como Director del CulturePlex Lab, uno de los principales centros de investigación e innovación digital de este país. Con numerosas publicaciones y prestigiosos premios en su haber (v.c., estuvo becado por el Social Sciences and Humanities Research Council de Canada) posee indiscutible auctoritas.

Miembro de una familia pacense conocida por sus compromisos con la sociedad extremeña, Suárez sabe bien de lo que habla, siente cuanto dice y lo comunica de un modo sumamente atractivo.  Combina como pocos la rigurosidad del sabio, con la sencillez, incrementadas por lecturas de los clásicos y recursos de la naturalidad típica en la literatura norteamericana. Su prosa, concisa y pulcra, se enriquece con apelaciones a las vivencias del autor-  familiares, académicas, investigadoras, sociales -referidas con sentido del humor. Categorías de nuevo cuño, como enjambre, servidores sirena, ingenieros de la confianza, huestes de expulsados, soberanía o náufragos digitales. pasaporte biológico, escaneado cerebral, tribología de la conexión y tantas otras, tan útiles para entenderse en el universo telemático, van siendo aclaradas fácilmente a medida que se las maneja.

Dotado de un profundo sentido ético, el ensayista se opone al dogma por el que se rigen las plataformas: en la digitalidad, sólo existe aquello que se puede traducir a datos; el resto de la realidad desaparece. Por el contrario, aun admitiendo que se trate de un “prejuicio humanístico”, él no está dispuesto a que se vulneren valores como los de “libertad, igualdad, alienación, respeto al prójimo, repudio de la dominación, rechazo de la humillación, respeto por la diferencia, capacidad de expresión, creatividad, límites de la avaricia…”(pág. 244). Por último, Suárez manifiesta un firme propósito de recurrir en todo lo posible a lo analógico, reduciendo lo digital, mientras le sea posible, con una dieta de aplicaciones, al trabajo y las relaciones más íntimas. Es un camino. Si, además, se multiplican ejemplos como el muy reciente de Irlanda, que viene de imponer sustanciosa multa a Meta (propietaria de Facebook e Instagram) por quebranto de las normativas sobre protección de datos, tal vez estemos a tiempo de impedir la muerte del Humanismo.

 

Juan Luis Suárez Sánchez de León, La condición digital. Madrid, Trotta, 2023.

 

 

 

 

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