Babilonia, la mítica ciudad mesopotámica, quedó en el imaginario occidental, marcado por la cultura judeocristiana, como símbolo de todas las perversiones. El culmen de los textos bíblicos es el Apocalipsis, donde la metrópolis asentada sobre el río Eufrates aparece como “la gran prostituta” que monta un monstruo de siete cabezas y diez cuernos, siempre ansiosa de la sangre de los justos.
A finales del siglo XVI, Sevilla figuraba entre las urbes europeas más importantes, ricas y populosas. Capital del comercio entre el Nuevo y el Viejo Mundo, merced a su puerto en el Guadalquivir y los privilegios reales alcanzados, se había convertido en polo de atracción para todo clase de personas. Por su calles, plazas, mercados, colegios, iglesias, cenobios, lonjas y prostíbulos pululaban desde los más poderosos aristócratas, hasta los más desatendidos por la fortuna, apenas sustentados por la picaresca, la sopa boba o recursos marginales próximos a la ilegalidad. No extrañe que nuestros grandes clásicos sitúen junto al Betis los patios de Monipodio o que Lope de Vega, Góngora y otros aludan explícitamente a ella como la gran Babilonia de España. Fue también asentamiento de numerosas familias judeoconversas; lugar por donde penetrarían las ideas revolucionarias de la Reforma protestante y centro clave de la Inquisición. “Babilonia” será también el nombre de la más famosa “botica” o prostíbulo de la mancebía sevillana, rigurosamente sometida a las “leyes del puterío” (cuyas rentas beneficiaban a los más poderosos de la ciudad).
Según recoge el título, es allí donde Susana Martín Gijón sitúa su obra, perfecto dibujo sociológico, cuyo casi medio millar de páginas se leen de principio a fin sin el menor desmayo. La afortunada combinación del género negro (hasta hoy, su preferido) con el histórico y el de aventuras, más la ineludible empatía de la escritora hacia las mujeres más desamparadas, hacen de La Babilonia, 1580 una entrega plena de atractivos.
Su estructura binaria, gráficamente distinguida, va relatando dos historias distintas, que al final confluyen y revelan varias incógnitas. Los textos en cursiva, los más fantásticos, procedentes de un manuscrito, resumen el devenir del poderoso reino mandinga, cuyos últimos jerarcas recalarían con sus riquezas en el Darién, cuna de El Dorado. Pero el núcleo de la narración consiste en las aventuras, extraordinarias, que viven sus muy atractivos protagonistas. El discurso fragmentario elegido esta vez por Susana Martín, las irá refiriendo en 127 teselas, cada una de las cuales concluye con una carga de suspense, típico del género policíaco que tan bien domina, aprehendiendo así al lector deseoso de resultados definitivos.
Para recrear tan vívido aquel mundo andaluz y la “carrera de Indias”, la escritora se ha documentado convincentemente, a vez que demandó la ayuda de especialistas. Entre los que constan en la tabla de gratitudes figuran los extremeños Emilio Monjo (historia del mundo protestante sevillano y sus persecuciones); Esteban Mira (navegaciones de la época) y Rufino Acosta (etnografía histórica). De la multitud de personajes que pueblan esta obra coral -figurados unos, reales otros-, destaca el grupo femenino: Violante, “la bruja buena” de la mancebía; María de San José, priora letrada, amiga de Santa Teresa y San Juan de la Cruz; sor Catalina, también carmelita descalza y, sobre todas, Damiana, joven prostituta en la que confluyen genes castellanos e indígenas, la auténtica Obine Wilanugued, guardiana de secretos formidables. Entre inquisidores y verdugos (torturas en el castillo de San Jorge, sede del temible Tribunal); los “caballeros Veinticuatro”; comerciantes, marineros, proxenetas y otros especímenes varones, dos sobresalen, magníficamente retratados: Pedro de León, un cura volcado en redimir rameras y socorrer presos o enfermos (trasunto del jesuita autor de una crónica fascinante sobre la Sevilla de la época) y el verdadero partenaire de Damiana, el gran Eugenio de Ron, piloto mayor de la Armada real.
Una prosa cuidadosamente labrada, ágil y repleta de antiguos términos según los escenarios discurren (lupanares, conventos, plazuelas, tribunas, autos de fe, marinería), con dosis de humor, aviva el interés de la novela, tal vez la mejor de las muchas que ha escrito la ex Directora del Instituto de la Juventud de Extremadura; presidenta del Comité contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia, así como de la AEEX , por recordar sólo algunas de las responsabilidades que la autora (Sevilla, 1981) ha desarrollado.
Susana Martín Gijón, La Babilonia, 1580. Barcelona, Alfaguara, 2023.