No es normal que Esteban Fernández de León sea tan desconocido en su tierra, declaraba Víctor Guerrero Cabanillas al HOY (15 octubre 2009), a raíz de la aparición del estudio biográfico que del mismo había compuesto (Badajoz, Diputación, 2009), obra ampliamente reseñada por Carmen Fernández-Daza en este suplemento cultural. Tenía toda la razón el médico humanista, natural también, como su biografiado, de Esparragosa de Lares. Allí vino al mundo (1947) otro notable investigador, el catedrático Felipe Gutiérrez Llerena, ex Director General de Patrimonio y autor de numerosos casi siempre sobre temas de nuestra región: la pintura esquemática en Extremadura, la labor de los franciscanos extremeños en América, los viajes de J. Borrow, etc. En este volumen, con 450 páginas, no sólo viene a sostener las tesis del doctor Cabanillas, sino que proporcionar nuevos datos para defender la importancia histórico de aquel ilustre extremeño (1748-Madrid, 1819).
El libro reproduce facsímil (en parte) y transcribe el legajo 878, I del Archivo Histórico Nacional, que recoge la “Relación de los servicios y méritos de D. Esteban Fernández de León y de su conducta en la revolución anterior”. Dirigida a Fernando VII, con este manuscrito trataba de conseguir un mejor trato, económico y social, por parte de un Rey al que siempre se mostró fiel. Hombre adicto ideológicamente al Antiguo Régimen, opuesto a la Ilustración, aunque no contrario a un liberalismo comercial, había desempeñado importantes funciones administrativas en la futura Venezuela, hasta donde emigró con 17 años. Vuelto a España ya maduro, siguió sirviendo a la Corona y desempeñó responsabilidades como Ministro Contador de Indias (1803) y miembro del Consejo de Regencia (1810). Para entonces, España se hallaba inmersa en las convulsiones que la invasión de los ejércitos napoleónicos, la lucha contra los mismos y el exilio de Carlos IV provocaron, junto con la necesidad de sustituir el vacío de autoridad consecuente.
Felipe Gutiérrez explica en la parte primera las vicisitudes todas de aquel proceso, generosamente contextualizado; corrige no pocos errores de la historiografía y destaca el papel, como ya lo hiciese Cabanillas, que Fernández de León desempeñase en el famoso “Bando de Móstoles” o “Bando de la Independencia”, suscrito por Pérez Villamil a instancias y dictamen del extremeño. Por otra parte, éste encabezará desde Esparragosa el levantamiento contra las tropas francesas. Con notable sentido pedagógico, el estudioso nos hace entender mejor aquella época convulsa, deteniéndose en los personajes principales (Godoy) y los hechos más destacados, sobre todo el comportamiento heroico de la clase popular (no se ocultan sus frecuentes excesos), sin omitir las actuaciones de quienes recurrían a toda clase de maniobras para eludir el servicio a los ejércitos. Es posible que haga excesivas digresiones y, sin duda, sería de agradecer un esfuerzo por mejorar el estilo. La prosa se recarga una y otra vez, llenándose de subordinaciones, hasta el punto de que a menudo un solo párrafo lleva hasta tres e incluso cuatro relativos (v.c., pág. 152).
El interés del libro, donosamente prologado por Germán Grau, lo incrementan otras piezas (bandos, proclamas, edictos) que se reproducen y los catorces documentos, prácticamente desconocidos hasta ahora, localizados por el autor tras laboriosas búsquedas , aquí anexos en sabroso apéndice. Importa destacar algunas piezas, como la carta que a la Junta de Gobierno dirige el obispo Quevedo y Quintano (uno de los pocos diputados extremeños en las Cortes de Cádiz opuestos a la Constitución); el informe de la Junta Superior de Extremadura sobre la situación general (1809); el Reglamento de guerrillas aprobado en Badajoz (1809) o el extenso discurso de Fernández de León (1811) sobre “recursos para la Guerra de América”.
Felipe Gutiérrez Llerena, Sobre la Guerra de la Independencia (1808-1814). Aproximación a Esteban Fernández de León. Badajoz, Diputación, 2011.