Natural de Llerena (1963) y residente en Sevilla, de donde también se considera, José Domingo Vilaplana Guerrero es profesor de Filosofía. Como tal, tiene publicados La ilusión filosófica (2010), Asalto a lo mental. Neurocociencias, consciencia y libertad (2011) y La inteligencia en la naturaleza. De relojero ciego al ajuste al ajuste fino del universo (2012).
Este ensayista gusta también de la creación, según demostrase con Serena calamidad (Mérida, ERE, 2002), que en su día reseñamos, y repite con su entrega última,Dos relatos invernales, subtitulada paradójicamente “ficciones verídicas”.
Ambas partes presentan bien distinta estructura, aunque incluyen una común ubicación, la comarca de Llerena, cuyas geografías urbanas y rurales, primorosamente descritas, ocupan los mejores pasajes. Por un lado, las plazas, calles y monumentos de poblaciones como Valencia de las Torres, Higuerita, Montemolín, Pallares, Retamal, Campillo y, sobre todo, la propia Llerena.
De otro, los encinares adehesados, arroyos, ríos, charcas, bosques y serranías que distinguen aquel hermoso paisaje de la Baja Extremadura, perfectamente conocido por el autor. Las dos narraciones se desarrollan en época invernal, cuando el frío puede descomponer los huesos; el cazador encuentra su paraíso y los pastores luchan por mantener el rebaño indemne hasta la explosión primaveral.
Abre “Moreno Trinidad”, que toma nombre de su protagonista, un humilde y enamorado camarero, cuyas peripecias conmovedoras se irán narrando alternativamente con las del propio autor. Los diferentes tipos de imprenta – caja normal las de aquel; en cursivas para el segundo -, así como el uso de los oportunos pronombres personales, contribuyen a distinguir los personajes.
Emigrado en Madrid durante un trienio, Moreno vuelve a Retamal de Llerena porque no aguanta sin ver a su novia. Aislado del mundo, próximo a las riveras del Guadámez y el Matachel y al cementerio de los Alemanes, no resultaba fácil llegar hasta el pueblo a mitad de los años cincuenta del pasado siglo.
Es toda una odisea la que debe sufrir el joven novio, herido por una dolorosa sospecha, antes de venir al lugar del encuentro. Las tremendas circunstancias del mismo, descritas por un testigo ocasional, cabo de la Guardia Civil, evocan la prosa tan bien perfilada de Cela. Más dulce resulta el retorno que el otro personaje, siempre nostálgico, trasunto del autor, realiza a su pueblo natal. Allí se reencuentra con amigos y conocidos de infancia y juventud, junto a los cuales recorre otra vez los mismos ambientes.
Un antiguo amor le proporciona la clave que lo conduce hasta la historia de Moreno Trinidad.
“El doctor duerme” es la segunda entrega del libro, protagonizada justamente por un médico que cada invierno acude a cazar en la dehesa, junto al amo de la misma, los sabios trabajadores del predio y algún visitante ocasional.
El relato facilita la presentación de la impresionante flora y fauna de aquellos campos llerenenses, donde aún se guardan usos y costumbres seculares (gastronómicos, venatorios, sociolaborales, lingüísticos, higiénicos, etc.). La fría mañana en que el doctor sale al aguardo con sus perdigones para regresar al cortijo antes de la hora, será , también aquí, la de un tránsito, si más dulce, tan imprevisible como el de la novia de Moreno.
Valiéndose de las imágenes que su memoria sigue conservando nítidas, el autor nos ofrece una crónica fiel, vívida yn convincente, de una época ya difuminada en la noche de los tiempos, con sus limitaciones ycarencias, brutalidades y ternuras, egoísmo y solidaridad.
El narradorse permite ir desgranando, sin fatigar, multitud de consideraciones filosóficas siempre que la ocasión se lo facilita.
José Domingo Vilaplana Guerrero, Dos relatos invernales. Madrid,
Editorial Manuscritos, 2012.