El año 1487 aparecía en Salamanca uno de nuestros libros “incunables” de mayor interés. Según costumbre de la época, llevaba largo título:
Católica impugnación del herético libelo maldito y descomulgado, que en el año pasado del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil y cuatrocientos y ochenta años fue divulgado en la ciudad de Sevilla…
Obra plena de interés, fue relativamente pronto incluida por la
Inquisición en el Índice de libros prohibidos (Valdés, 1559). La
reconocida eficacia del santo Tribunal hará que la obra quede borrada de la faz de la tierra. El célebre bibliógrafo Nicolás Antonio la cita
someramente, aunque da la impresión de que nunca ha visto ejemplar de la misma. Sólo se conserva uno de ellos, en la Biblioteca Vallicellana de Roma (Incun. 79). Los padres jesuitas Leturia y Batllori, profesors de la Universidad Gregoriana, lo tienen como un “incunable rarísimo y único. En España no existe otro ejemplar”. Eugenio Asensio lo utilizó por vez primea en un estudio ya clásico, “El erasmismos y
las corrientes españolas afines” (Revista de Filología española, 1952).
Pero fue el insigne investigador Francisco Márquez Villanueva, de la Universidad de Harvard, quien habría de preparar una edición de dicha obra (Barcelona, Juan Flors, 1961), que por su corto número se
agotaría prontamente. Acaba de reaparecer en Almuzara (Córdoba, 2012), con los dos estudios que dicho profesor le dedicase y una
excelente presentación de Stefania Pastore.
El autor del libro fue Hernando de Talavera, un fraile jerónimo (como los que por entonces regentaban Guadalupe) que debe ocupar con toda
justicia lugar preeminente en la historia española. Miembro de una familia judeoconversa, ligada a los condes de Oropesa, se formó en la Universidad de Salamanca. Prior del monasterio de Prado (Valladolid)
y obispo Ávila, puso el mayor empeño en reformar las costumbres de sus colegas y súbditos, aproximándolas a la pureza de la Iglesia
primitiva. La reina Isabel lo tuvo como confesor, distinguiéndose por saber y virtud entre el numeroso grupo de judeoconversos implicados en
la corte de la católica Reina. A él se deben las “Declaraciones de Toledo”, por las que se revocaban los enormes privilegios y descomunales rentas que Enrique IV había concedido a numerosos
señores y prelados, quienes nunca le perdonarían al buen fraile tamañas pérdidas. Estrechamente vinculado a la reina Isabel, fue el
primero que elevó la cruz sobre la Alhambra recién conquistada. Nombrado arzobispo de la ciudad, se esforzó al máximo por que se respetasen las Capitulaciones concedías por los Reyes, impidiendo que nadie fuese obligado a un bautismo forzoso. Al contrario, hizo todo lo posible para que se respetase la libertad de conciencia de todos sus
ciudadanos, musulmanes y hebreos incluidos, haciendo que fuesen convenientemente educados en la fe católica. Toda su pastoral resultó frustrada por las duras disposiciones de Cisneros y los
bautizos masivos, más aún tras la muerte de la Reina. Opuesto a la Inquisición, por entender que existían otros métodos más acordes con la teología paulina de la caridad para tratar a los posibles herejes,
él mismo (y todos sus familiares), fray Hernando caería en las garras del temido Tribunal, que lo detuvo y procesó. Sólo los buenos oficios del Papa Julio II lograron que se le declarase inocente … cuando acaba
de expirar el buen fraile.
Bien demostrada tenía su ortodoxia en los escritos que había ido dando a luz, entre los que sobresale (algunos se han perdido) la citada Católica impugnación. Es un tratado apologético, que compuso
para refutar las tesis defendidas por el autor, judío sin duda, de un opúsculo publicado en Sevilla (la primera ciudad con sede de la Inquisición) seguramente para defender a los hijos de Israel frente a las pesquisas inquisitoriales. Resumiéndolas tal vez en exceso,
venían a reducirse a éstas: 1) La ley de Moisés sigue estando vigente, pues el cristianismo no supone sino una modalidad, no necesariamente superior, de la misma.2) La ritualidad judía es más pura que la cristiana, infecta de prácticas supersticiosas múltiples.
3) Se puede estar bautizado y seguir fiel a la Torá.
Fray Hernando opone contra las mismas muy sólidas razones
escriturísticas y teológicas, no sin admitir que en la práctica popular de la religión católica han ido deslizándose numerosos defectos, cuya reforma se impone. Vale decir que el de Talavera se mostraba como un decidido defensor de medidas cuya puesta en efecto, a escala europea, tal vez habrían evitado la rebelión luterana.
Fray Hernando de Talavera, Católica Impugnación. Córdoba, Almuzara, 2012