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Manuel Pecellín

Libre con Libros

La catedral de Badajoz

La obra impresiona desde el principio por su rotundidad física: un volumen de 796 páginas y cinco kilos de peso

Lo primero que llama la atención en esta obra es su rotundidad física. Un volumen de 796 páginas en formato mayor (32 x 24 x 5 cms.), a doble columna, de un papel «estucado triple capa brillo», 397 fotografías (casi todas de Juan y Víctor Paredes) más 96 láminas, encuadernado en tela con estampación en plata), más de 5 kilos de peso y exquisitamente impreso por Tecnigraf, no deja de impresionarnos. Obra colectiva, sabiamente coordinada por el doctor Tejada Vizuete, sus contenidos responden bien a la belleza formal de la obra. Intentaré resumir lo más importante de las muchas colaboraciones que en ella se concitan. Manuel Terrón Albarrán, secretario de la Academia de Extremadura y experto medievalista, ofrece en el cap. I sus nuevas reflexiones sobre los orígenes de la Catedral y Obispado de Badajoz, en la persona de Petrvs Primvs Episcopvs Pacensis. Se distancia el autor, tras abrumadora revisión de las fuentes (algunas conocidas por primera vez), de la reiterada y cada vez menos probable hipótesis de un obispado mozárabe badajocense, defendida particularmente por quienes se empeñan en mantener la que sería continuidad histórica Mérida-Badajoz en la sucesión de los obispos. Así lo hizo Camacho Macías (+), de quien se ha considerado oportuno reproducir en el cap. II su estudio sobre el Episcopologio pacense.

En el III, José Manuel Puente Mateos, profesor del Centro Superior de Estudios Teológicos de Badajoz, teoriza sobre el sentido teológico-litúrgico de la Iglesia Catedral, para dar paso a la historia del cabildo, que suscribe Guillermo Kurtz . A éste se debe también el cap. VII, donde se analiza la génesis y desarrollo del nuevo templo catedralicio en el después llamado de San Juan, ya que el primero fue el de Santa María de la See en la Alcazaba. Entre medias, el profesor Mateo Blanco Cotano habla en el cap. V, de la Escuela catedralicia de Gramática en Badajoz desde la Baja Edad Media y de su crisis en el siglo XVI, así como de los miembros del Cabildo (Sánchez de Fonseca, Rodrigo Dosma, etc.) que sentaron las bases conducentes a la creación en 1664 del Seminario de Badajoz. Tomás Pérez Marín, catedrático de Historia en el IES Zurbarán, expone en el cap. VI las bases económicas del Cabildo y Fábrica de la Catedral de Badajoz en los tiempos bajomedievales y modernos, un patrimonio de origen bajomedieval, ni excesivo, ni siempre debidamente administrado. El cap. VIII se dedica a las artes plásticas. Del propio coordinador es el estudio, tan documentado como bien expuesto, fundamentándose siempre en las fuentes del Archivo catedralicio y en abrumadora bibliografía, de los retablos y esculturas, pintura, artes suntuarias e industriales (esto es, platería y rejería). De los tapices se ocupa Ignacio López Guillamón, bibliotecario de la Universidad de Extremadura.

Como toda catedral que se precie, la de Badajoz tuvo maestros de capilla y actividades musicales de notable mérito, según enseña en el cap. IX Josefa Montero García, catedrática de instituto en Salamanca. El mismo apartado recoge un magnífico estudio de Tejada y el llorado Carmelo Solís sobre la rica colección de libros corales que la catedral pacense conserva.
En el cap. X, el multipremiado archivero Pedro Rubio ofrece un inventario de los fondos que el archivo catedralicio guarda, para concluir con el artículo final donde Fernando Marcos Álvarez, profesor emérito de la UEX, hace una reseña histórica de cómo se ha celebrado el Corpus Christi en Badajoz, asunto de enorme importancia para conocer el desarrollo de la música, la danza y el teatro en nuestra ciudad.

Como resaltan los diferentes prologuistas, en nombre de las instituciones que han patrocinado la obra (Consejería de Cultura, Arzobispado Mérida-Badajoz y Caja Badajoz) todos los colaboradores han sido fieles a las normas habituales en la rigurosa investigación, de donde emana el indiscutible carácter científico de todos sus trabajos. Pese a tan voluminosa tarea, algunos hubiésemos deseado otro capítulo donde se analizase, al menos de forma esquemática, las huellas que en Badajoz han dejado sus obispos y canónigos (muchos de innegable relevancia, progresistas o conservadores ) en los campos de la teología, la filosofía, la política, la literatura y otras «ciencias del espíritu» a través de las diferentes cátedras, púlpitos, libros, boletines y periódicos que controlaron. Tal vez en una segunda edición, que el libro bien se la merece.

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