Hace uno meses, reseñábamos aquí Blues del silencio (Sial Ediciones, 2008). Se trataba de la primera novela de Lola Santiago ( Granja de Torrehermosa, 1952), cuya obra lírica había ido creciendo paulatinamente, a partir del poemario inicial, Apenas un Trazo (Madrid, Torremozas, 1985). Hace unos días recibíamos su último título, Rayas de cebra, y poco después la terrible noticia : el infarto pone punto final al enorme corazón de una mujer que lo repartía a manos llenas. Pues “Lola Santiago, que había cultivado casi todos los géneros literarios, era sobre todo poeta, poeta por encima de todas las cosas; y en su poesía, que era a la vez melancólica y desgarrada, había un ímpetu de donación, un anhelo de fundirse con la vida, con su infinita belleza y su infinito sufrimiento”, escribirá Juan Manuel de Prada en conmovedor obituario (ABC, 23-5-2009).
También José Iglesias Benítez evocaba con el suyo para los lectores del periódico HOY las cualidades humanas y literarias de la recién desaparecida.
Bien se perciben esas virtudes en la casi póstuma Rayas de cebra, volumen que recoge 66 artículos publicados por la autora en ABC a lo largo de los lustros últimos. (Los editores no han creído conveniente incluir las fechas, ignoro la causa). Se agrupan en tres bloques: “Viajes”, “Estaciones” y “Visitas”, todos bajo un mismo campo semántico, el del camino, si bien versan sobre los más diferentes asuntos.
El primero nos conduce a las ciudades que le fueron más queridas a Lola Santiago : Lisboa, Roma, Londres, Dublín, Toledo y, naturalmente, Madrid, donde residiera desde su juventud, dedicada a la enseñanza, la pintura, la música y, cómo no, la literatura. Son las facetas del prisma con que la autora sabe enfocar cualquier rincón por donde discurre su bien educada sensibilidad. De ahí las continuas y oportunas referencias a Cervantes, Miguel Hernández, Pessoa, Juan Ramón Jiménez, Borges, Dulce Chacón, Coetze y tantos otros creadores, cuyas huellas distingue allá donde va. Como capta las notas de Chopin, Schumann, Saint-Säens, Bellini o su admiradísima Cesaria Évora.
El segundo son más bien apuntes íntimos, “estaciones del alma” :melancolías, divagaciones, recuerdos amorosos, alguna anécdota inolvidable. No faltan aquí apuntes de crítica social, como las denuncias contra los regímenes dictatoriales de cualquier significación , o el grito doloroso ante el horror de las pateras.
Aunque también hay referencias a Extremadura en los demás apartados, aquí son mas frecuentes, tanto las vivencias de la época infantil, como las relacionadas con sus continuas visitas al terruño. La nostalgia por la pérdida de la madre surge insostenible.
En el último da a conocer los encuentros con personas que le impactaron de un modo especial, por ejemplo, Alicia Alonso , Celia Cruz , Miguel Delibes o Leopoldo de Luis. Las exposiciones que le conmueven, como las de Picasso, Paul Delvaux , Morandi o Balthus.
Lecturas ya inolvidables : Ventanas de Manhattan, de Muñoz Molina, o la poesías de Gonzalo Rojas. Algún espectáculo, en fin, de singular emoción : las películas Lolita, Blade Runner; o las óperas de Verdi y Donizetti, sin omitir la eterna “copla española”.
Y todo narrado con sencillez, lejos de posturas dogmáticas, como disculpándose de saber o percibir más agudamente que los demás, deseosa de amar y ser amada, a tono con su enorme, ya parado corazón.
ARTÍCULOS:
Título: Rayas de cebra.
Autor: Lola Santiago
Editorial: Editora Regional de Extremadura. Mérida,2009