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Manuel Pecellín

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Viaje a Pascoaes

António Cándido Franco (Lisboa, 1956), enseña Literatura en la Universidad de Évora, hermosa ciudad que, según él mismo reconoce, parece aún a salvo de la piqueta y el cemento, cada vez más extendidos por Portugal. Allí coincide con el profesor Antonio Sáez Delgado, que cada vez nos aparece como el indiscutible sucesor intelectual de Ángel Campos. El presidente de los escritores extremeños realiza aquí una de aquellas impecables versiones que tanta honra dieran al lamentablemente desaparecido traductor. António Cándido es también novelista (A Rainha Morta e o Rei saudade, A Saga do Rei Menino, A herança de D. Carlo) y tiene publicado el volumen Estâncias reunidas, donde se recoge la poesía que compuso entre 1.977 y 2002. Así se entiende la belleza de la prosa que, aún pasada por el tamiz de la traducción, maneja en este ensayo, uno más de los que el autor tiene dedicados a Texeira de Pascoaes, otro de los grandes escritores lusos contemporáneos (1877-1952).
La admiración que el ensayista le profesa es rotunda. Joaquim Pereira Teixeira de Vasconcelo, aunque de formación universitaria (licenciado en Derecho por la Universidad de Coimbra), se sentía tan identificado con su terruño, que quiso se le conociese como Teixeira de Pascoaes.
Pese a ser uno de los líderes del movimiento literario “ Ranascença Portuguesa”, optó por afincarse en la casa familiar de la Serra de Marâo, cuyos tipos y paisajes impregnarán toda su poesía. Incluso llegó a cultivar manualmente la tierra. Tocado como pocos por la “saudade” ( con esta intraducible palabra portuguesa concluye también el libro que reseñamos), Teixeiras, fue un creador nocturno y melancólico, “un esteta simbolista que cantó a los fantasmas y al amor perdido”, en opinión de Luis Antonio de Villena. No lo negará A.
Cándido, a quien tal vez el término “esteta” ponga en guardia. Porque, para él, su escritor predilecto es sobre todo la antítesis de la poesía insípida, formalista y no comprometida. “Prefiero un rústico, un imperfecto, un labriego repleto de pecados literarios, que sufra de poco arte, como dijo Pessoa de Pascoaes, a un petimetre con traje y corbata” (pág. 97). Pese a reconocer las “manchas literarias, defectos de acabado y falta de brillo” que puedan detectarse en los escritos de Teixeira, “ la obra de Pascoaes me parece el verdadero milagro de la literatura portuguesa moderna”, prosigue el estudioso.( Curiosamente, repasando el diario La Libertad de Badajoz, encuentro allí el día 17 de julio de 1927 el poema “Versos para para la mujer”, de Teixeiras, traducido por Fernando Maristany).
Par mejor entender al autor de Duplo Passeio, quizás la obra de aquel más admirada, Cándido quiso visitar detenidamente los lugares donde se engendró, hablar con las gentes que aún lo habitan y conocer in situ cosas como el impresionante “Cristo de Travassos”. Precisamente a esta admirable figura, tan emotivamente cantada por Texeiras, están dedicadas las mejores páginas de la obra, que es a la vez libro de viaje, ensayo literario y texto de denuncia social. Al autor le irritan sobremanera las barbaridades que el “progreso” viene realizando con el maravilloso urbanismo luso tradicional, acrecentadas desde la adhesión al Mercado Común. Todo vale “ para derribar edificios centenarios, plenos de nobleza y equilibrio y construir en su lugar bloques gigantescos y horribles” (pág. 213), se conduele una y otra vez.
Contra lo habitual en la ERE, se han deslizado multitud de erratas, no pocas de las cuales se traducen en groseras faltas de ortografías ( cfr. pp. 42, 150, 199, 200, 217, 218, 227, 244, 250, 268, etc.).
Inoportunas máculas para tan excelente obra.
António Cándido Franco, Viaje a Pascoaes. Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2009.

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