Cada día disfruto más de la sección EL LOTO AZUL, ya saben, esa que me he sacado de la manga para que ustedes conozcan un poco más a personas de mi entorno que considero que valen la pena. Hasta ahora la experiencia está siendo más que grata y me siguen llegando colaboraciones, más algunas que se encuentran en proceso.
El colaborador de hoy es una muestra factible de lo que las redes sociales pueden conseguir. Que el menda llame amigo y ostente una exquisita relación con una persona a la que apenas ha visto un par de veces en la vida. Descubrí a Diego Algaba Mansilla en la sección Cartas al Director del Diario HOY. Era uno de los nombres que se repetían con cierta frecuencia y no solía perderme ninguna de ellas, porque todas eran amenas y entretenidas, muy bien escritas, y casi siempre divertidas. Una de ellas hace casi dos años, me cautivó. En “El hábito y el monje” hablaba de desayunos y carnavales con exquisito sentido del humor. Un texto tronchante al que no me quedó sino hacer referencia en mi blog. En ese momento fue cuando empezamos a mantener contacto y a convertirnos en buenos amigos. Además de un fijo en Cartas al Director, también deja caer de vez en cuando alguna Tribuna o Artículo de Opinión, aunque mi amigo Diego insiste en que se encuentra más cómodo en el formato de las cartas. Sus cartas al director no son sino pequeñas píldoras bibliográficas que deberían ver la luz algún día en forma de libro. Un homenaje a la cotidianidad, al recuerdo, a la buena literatura, y por supuesto al sentido del humor.
La mayoría de lectores de HOY lo conocerán sin duda y habrán leído algunas de sus cartas. Si alguno de ustedes, mis queridos y desocupados lectores, no sabía de su existencia, les animo a recuperar el tiempo perdido a través de su Blog, “Migas Canas” y por supuesto desde la sección Cartas al Director. Diego Algaba Mansilla nos regala hoy a los lectores de Don de LOCH LOMOND uno de esos entrañables textos para el regalo de los recuerdos. Con todos ustedes Diego Algaba Mansilla. Un gran lector y escritor, que aún tiene que escribir muchas páginas en HOY para deleite de sus lectores.
Ponme otro
La oscuridad esconde unas calles cargadas de enigmas ocultos en sombras deformadas. Objetos heterogéneos y abstractos que pierden todo su misterio cuando la luz del día hace recobrar sus formas verdaderas. Noche de matices ayudado por el alcohol. Otra noche de barra y de recuerdos. Los mismos sitios con distintos personas y los mismos personajes, más viejos y más personajes.
El olor a hachís perfumaba un bar llenos de muertos vivientes que agitaban sus cuerpos al ritmo que el dj quería. Mi cuerpo aguantaba en pie por si llegaba la oportunidad de mi vida. Esa muchacha formal que me retire definitivamente de la noche y así poder deshacerme de esa fiel compañera que día tras día vigila mis noches de insomnio. Soledad engrandecida por poetas pero que ningún poeta padece. Otra noche de alcohol buscando lo que no hay en bares nocturnos. Ya tampoco encuentro sexo de urgencia en los asientos traseros del coche. ¿Pero quién sabe? Probablemente, después de tanto tiempo, me engaño y lo único que quiero es el efecto narcótico del whisky. Ya tengo noches suficientes para saber que aquí no voy a encontrar lo que ya no quiero. Lo que ya he olvidado. Ponme otro