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Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

La habitación de los sueños perdidos

¿Quién puede dormir aquì?

¿Quién puede dormir aquì?

Foto: Enrique Falcó


La pasada noche del 5 de enero, con mi novia y unos amigos, nos metimos para el cuerpo una cena espectacular en “El Marchivirito”, ya saben, mi fonda predilecta. La noche marchaba sobre ruedas, y nos pareció divertido acercarnos al centro, a tomar unas copas en un Mercantil, que por primera vez en nuestra vida estaría libre de malos humos. Al pasar por San Atón, mis ojos contemplaron un espectáculo que disipó toda nota de buen humor que el excelente vino ingerido en la cena había pintado sobre mi rostro.

Era una especie de cama, fabricada con cajas y un edredón blanco, muy parecido a uno que tengo en mi cuarto. Casi sin darme cuenta saqué la BlackBerry y tomé la instantánea que reza arriba, debajo del título del post de hoy. Ayer, en el Diario HOY, leí una noticia sobre el desmantelamiento de una cama en San Atón, con una foto mucho mejor tomada, pero muy parecida a la mía.

 
El motivo de fotografiar aquella cama, esa especie de habitación maldita, no fue el de dármelas de gran periodista o exquisito fotógrafo, pues no soy ni una cosa ni otra, sino la de guardar para el recuerdo una instantánea que no me haga olvidar nunca que, por mucho que uno se queje de su situación, siempre hay personas en peores circunstancias que las tuyas.

“¿Hasta donde puede llegar la desdicha de un ser humano para dar con sus huesos en ese miserable catre?” – Me sorprendí hablando yo sólo – “¿Quién podrá dormir aquí?”. – Me preguntaba horrorizado.

Quienes me conozcan y lean mis artículos saben de mi predisposición al descanso, al buen dormir, y sobre todo a los sueños. Nunca borraré esa fotografía. Quiero mirarla de vez en cuando para no olvidar. Cuando me crea, por ejemplo, un desgraciado por lo poco que me pagan en el trabajo, o no me otorguen un merecido ascenso. Cuando me enfade, quizás porque no pueda salir a cenar a causa del trabajo o a la falta de liquidez. Cuando me entristezca por no poder disfrutar de unas merecidas vacaciones. En esos momentos miraré la foto y me sentiré afortunado por poder descansar en mi habitación, en una cama de verdad, y dejarme llevar por la magia de los sueños. En ese instante, me avergonzaré de haberme sentido desgraciado, existiendo quienes sólo pueden sufrir pesadillas en aquella maldita habitación de sueños perdidos.

Don de LOCH LOMOND

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