Las confrontaciones históricas entre España y Portugal, desde su conformación como naciones independientes, especialmente con la formación del Reino de Portugal a mediados del siglo XII y los avances del Reino de León en la misma época, han ido dando lugar a un patrimonio fortificado de extraordinario contenido monumental.
La Baja Edad Media significó un avance cristiano considerable, que obligó a un refuerzo de las líneas de incursión norte-sur, al tiempo que un asentamiento fortificado en la frontera entre los reinos de Portugal y Castilla-León, que en el caso de la primera adquiera especial relevancia. De ahí la herencia monumental defensiva, que aún se mantiene en pie, aunque a duras penas en muchos lugares, dado el abandono de siglos, la escasa consideración para con los castillos y el hecho de que muchos hayan servido como “cantera” para otras construcciones posteriores.
No obstante, los esfuerzos rehabilitadores de los últimos años han dado frutos de indudable interés, pese a algunas imposturas, salvando un patrimonio fortificado medieval que -dadas sus características de enclaves en lugares elevados- sorprende por su vistosa presencia en el paisaje.
Luego vendrían las guerras de la Edad Moderna entre España y Portugal, con una incidencia notable en toda la frontera, que lleva a fortificarla, con actuaciones de nueva planta y/o de refuerzo de las existentes, con complejas construcciones artilladas y abaluartadas, de gran extensión y aparatosidad.
El proceso constructivo -y destructivo también, desgraciadamente- se prolongará hasta bien entrado el siglo XIX, en que se abandona el modelo, iniciándose una etapa de arrasamiento que se prolonga por más de un siglo, pero que afortunadamente se reconsidera a finales del siglo XX, para pasar a una etapa de concienciación sobre su importancia, valores históricos, monumentales, artísticos y potenciales turísticos del mismo.
Y en ello estamos, o demos estar ahora. En resaltar sus valores intrínsecos y ofertar su contemplación y disfrute, como recurso de atracción hacia unas tierras rayanas que atesoran también otros valores más -paisajísticos, artísticos, gastronómicos, etc.- a los que unir esta singularidad patrimonial con la que my pocos lugares del mundo pueden competir.
El esfuerzo hecho desde Extremadura para resaltar estas cuestiones tiene un hito destacable en las Jornadas sobre Valorización de las Fortificaciones de la Raya, de la que ahora, la Revista “O Pelourinho”, de la Diputación de Badajoz, presenta la IV edición, celebrada en Chaves (Portugal) el 25 de abril de este año. A siete meses de aquel acontecimiento, se publican las actas de las Jornadas (las cuartas celebradas, tras hacerlo sucesivamente en Badajoz, Castelo de Vide y Castro Marim), culminando una serie que tiene como objetivo subrayar la importancia de este singular patrimonio e impulsar la consecución para el mismo del título de Patrimonio de la Humanidad, que ya ostenta singularmente Elvas, y que merece toda la raya fortificada, artillada y abaluartada.
La presentación de la publicación el día 25 de noviembre, a las 20’00 horas en el Salón de Plenos de la Diputación de Badajoz se completa con una charla-coloquio de Carlos Sánchez Rubio sobre Dos florentinos en la Raya: Cosme de Médicis y Lorenzo Possi. Carlos, documentalista a quien se debe el hallazgo de mapas y planos inéditos sobre las fortificaciones de frontera, localizados en archivos y bibliotecas de diversos países europeos, resaltará a buen seguro la admiración que para su defensa supusieron las fortificaciones a ojos de Cosme de Médicis, como ahora nosotros admiramos la grandiosidad y belleza de este extraordinario patrimonio histórico artístico heredado.