Díselo tú. No, tú, primero tú. Venga, acércate, que no te va a pasar nada, vamos. Si no me va a pasar nada, ¿por qué no vas tú? Yo iré detrás. Vamos, díselo ya, no seas cobardica, acércate. Que se va, que se va, corre.
El niño corre, sí, pero sus diminutas zancadas no le permiten llegar a tiempo.
El hombre del saco permanece echado a un lado de la carretera. Parece un saco de verdad. El conductor de la furgoneta de los helados se ha bajado y está maldiciendo y pisando su gorra. Los colores corporativos de la visera están desgastados y el chicle de la bota del conductor se pega a la inicial en relieve de la empresa.