La mujer que escatima celofán a la hora de envolver los regalos de su hijos, no duda ni un instante a la hora de empuñar la katana decorativa que adorna su salón y cortarle la cabeza al duende de la Navidad que se iba con un pestiño extra, un pestiño de más, un pestiño que no le pertenecía en absoluto.
Este acto demuestra sin duda lo buena y ahorrativa madre que es.