La fecundación in vitro dio como resultado una chiquillería excesiva se mirase por donde se mirase. Cuando Elmer no estaba encima de Pat era Kitty la que estaba sobre Clark y no había forma de que Winston y Liz se quedasen dentro del perímetro de seguridad. Aunque eso no era todo. O no era lo más importante. Eran muchos, sí. Eran ruidosos. Y unos cafres.
La mamá pronto desarrolló una dependencia estrechísima con psicólogos de todo el mundo vía chat, email y hasta postales desde el trópico. El padre, por su parte, hizo turnos dobles y triples y hasta se atrevió con el cuádruple salto con tirabuzones en su trabajo de escapista.
Aunque ninguno de los progenitores se ha desentendido, a día de hoy, de Elmer Pat Kitty Clark Winston Liz, han descubierto que chillar, chillar mucho, aunque no evita que esta chiquillería la líe parda, los deja mansos.