La marca era de nacimiento. La botella de medio litro era de fanta naranja. Curro era quien tenía la marca de nacimiento, una islita marrón oscuro en la lechosa pantorrilla de la pierna derecha. Curro era también quien había comprado la fanta naranja de medio litro que se había escapado de su mano debido al manotazo (no intencionado) que le había dado el burro de su hijo, que vestía una camiseta morada con unas visibles letras blancas donde se podía leer Si quieres dejar la bebida, déjala en mi casa. Aquella frase se le había ocurrido una mañana de resaca a su compañero de piso, al de su hijo, que estaba leyendo el fanzine Cave Canem, algo así como “Cuidado con el perro”, en cuya portada Heidi se practicaba un masaje en cierta zona íntima. Y, por supuesto, fue Curro quien advirtió signos de mal humor en su mujer cuando esta le recordó que no había traído nada para ella. Le dijo que tenía pensado compartir la fanta. Aunque lo cierto es que tampoco quedaba ya nada para él.