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César Rina

Semana Santa en Cáceres

Las cañas santas

–           Oye Montaña, hazme un cigarrillo de esos de liar, que probemos. Con esto de la crisis una ya no puede fumar sin remordimientos.

–          Claro Esperanza, que la cofradía todavía viene de lejos, y con el ritmo que llevan… Nos da incluso tiempo a pedirnos otra caña. Oye, por cierto, ¿sellaste ayer la cartilla del paro?

–          Sí claro, como te olvides te mandan a la mierda. Nos tienen con el agua al cuello.

–          Bueno chica, mal no vivimos. Fíjate, ahora de Semana Santa, luego San Jorge, la Montaña, el Womad y la feria.

–          Qué ganas… habrá que empezar a ahorrar.

–          Venga, Esperanza, apúrate el cigarrillo y la cerveza que vienen los niños. Algún día pondremos a los nuestros así, tan formalitos y repeinados.

–          Pues como no nos demos prisa se nos pasa el arroz…

–          Por cierto, he tenido una idea para hacernos de oro.

–          De oro… para qué niña.

–          He pensado que nos vayamos al Caribe, las dos, que allí las españolas tenemos famas de ser mujeres como las de Merimée.

–          Qué tonterías dices, tía, en el Caribe…, pasando caló.

–          No te escucho… esta banda desafina.

–          ¿Y qué quieres que hagamos en el Caribe?

–          Anda tonta… pues allí rodeada tú y yo de mulatos, tiradas todo el día en la tumbona con el curo al aire.

–          Me dices unas cosas… Por cierto, el Cristo ha pasado y ni nos hemos enterado.

–          ¡Piénsalo Montaña! Compramos una moto de agua y vivimos de alquilarla.

–          Estás rematadamente loca.

–          Anda niña, vámonos que estoy harta de la procesión. Y total, la Virgen que viene la vemos todos los años.

–         Venga, a la calle Pizarro, y vete haciéndome un cigarrillo que me tienes que explicar eso de la moto de agua.

Fuente: Alberto Mateos Medina - www.caminodeemaus.net

En la Semana Santa de Cáceres confluyen historias, tradiciones y cualidades de la más acentuada complejidad. Tratar de comprenderla desde el prisma religioso o turístico significa, cuanto menos, obviar la intrahistoria de la fiesta. El historiador César Rina Simón, amante de la Semana Santa Cacreña, nos ayudará a disfrutar de todos los colores del caleidoscopio.

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