Francisco es jefe de paso de varias cofradías, pero durante el año trabaja entre ladrillos y hormigón, sometido a los insultos y amenazas del jefe de obra. En Semana Santa, trastoca las clases sociales y se convierte en el jefe de las galeras. Reprime, grita y ordena. Utiliza el llamador para azotar con gusto.
Y sus esclavos, los remeros de las galeras, burgueses, funcionarios y vendedores de tela, aceptan a regañadientes la condena. Francisco es un tirano, un mal educado. Los romanos redoblan los tambores, el paso se levanta y el jefe dirige el remar de las galeras. Los esclavos, con paciencia, aguantan la reprimenda.
En menos de una semana todo volverá a su sitio: “vuelve el pobre a su pobreza, el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas.”