Francisco, hijo y nieto de laureados militares, no pudo continuar los pasos de su estirpe. Asmático y con pies planos, su vida militar quedó reducida a la simulación de batallas con soldaditos de plomo.
Como no pudo llegar a General, lo intento a través de la Semana Santa.
Y primavera tras primavera, rostro izado y pecho firme, conmemora la muerte de Cristo y el desfile de la Victoria en una jura de bandera que se prolonga durante siete días y siete noches.