Descubrí el Cáceres de baloncesto con Alonso de la Torre hace algún tiempo. Fue gracias a un partido amistoso que jugó el Cáceres contra el Huelva en Arroyo de la Luz. Alonso me propuso que lo acompañara al Ayuntamiento a por unas entradas para asistir al pabellón. Recuerdo ese trayecto con mucha tristeza, porque la gente lo paraba por la calle para darle la enhorabuena por su cargo de director de la ESAD y yo sufría solo de pensar que no volvería a darme clase nunca más. Fue un 4 de septiembre y conservo la entrada de ese partido como si fuera el acontecimiento más importante de mi vida, a pesar de que no sabía ni que el Cáceres jugase en la LEB Oro.
Cuando empezamos a hacer entrevistas, Alonso me hablaba mucho de su afición por el baloncesto. Me contaba que escuchaba partidos del Cáceres desde Galicia llamando por teléfono y un familiar en Cáceres le ponía la radio o que de vez en cuando viajaba para verlo. A mí me resultaba raro eso de que el Cáceres hubiera jugado en la ACB con el Real Madrid o con el Regal Barcelona. Un día me enseñó que en su cartera no guardaba fotos de familiares sino que tenía una entrada del primer partido de baloncesto del Cáceres en ACB: Cáceres-DKV Juventud. Que por cierto, ganó el Cáceres.
El año pasado, a la vuelta de una entrevista, a Alonso no le daba tiempo a llevarme a Arroyo y volver al tercer partido contra el Obradoiro en play off, y fui con él por primera vez al Multiusos. Creo que ese día me enamoré del ambiente, de la afición y del equipo. La eliminatoria estaba a favor del Obradoiro con los dos partidos jugados en casa ganados, pero la gente seguía teniendo ilusión, animando. Alonso se volvía loco de emoción con cada canasta: gritaba, saltaba, comentaba las jugadas… Y el Cáceres ganó.
Disfruté tanto con el partido del Obradoiro que la temporada pasada decidí hacerme abonada. Cuando íbamos a las entrevistas, Alonso ya no me tenía que contar los partidos, sino que me contaba la previa y las curiosidades del equipo contra el que jugábamos esa semana. Estábamos muy contentos con el gran equipo que teníamos, sobre todo por la emocionante victoria ante el Real Madrid que nos impresionó muchísimo.
En los descansos, al principio, nos quedábamos sentados, luego lo fui animando. Primero empezamos dando una vuelta al campo y ya últimamente acabábamos comiendo palomitas y patatas fritas El Gallo, sus favoritas. Nos encontrábamos con antiguos y actuales profesores y compañeros de instituto suyos y míos, con antiguos entrevistados o con personas que habían participado en Cáceres Insólita.
Hasta ayer, estaba un poco asustada. Empezaba a creer que perdería toda esa emoción que me había producido el baloncesto en el Multiusos el último año. Ahora, tras la decisión de seguir jugando una temporada más en LEB Oro vuelvo a soñar con los paseos en los descansos, con las victorias en el último segundo y con los gritos e insultos a las técnicas pitadas por los árbitros.