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Adolfo Marroquín

Ciencia Fácil

Causas y efectos de los terremotos

 En el planeta Tierra, globalmente hablando, las ocurrencias de fenómenos sísmicos son poco menos que continuas, como puede comprobarse, observando los iconos de “Earthquake”, en la imagen superior, correspondiente a cualquier día y cualquier hora en el Emergency and Disaster Information Service, en que se pueden localizar y hacer seguimiento, no sólo de los terremotos, sino de otros muchos fenómenos y sucesos como incendios forestales, inundaciones, erupciones volcánicas, y muchos otros desastres de todo tipo, que se muestran en los emplazamientos afectados.

Hay pocas cosas que sean, a la vez, tan naturales y tan alarmantes como los temblores de tierra, es decir los terremotos; y  son naturales puesto que, como comentaremos después, son consecuencia de la búsqueda de equilibrio por parte de la litosfera, que es uno de los cinco Subsistemas que componen el Sistema Climático Terrestre (atmósfera, hidrosfera, criosfera, biosfera y la citada litosfera), aunque en este caso poco o nada tengan que ver estos temblores sísmicos con el famoso cambio climático.

Y son alarmantes porque un seísmo mueve literal y físicamente el suelo que pisamos, lo que junto con la amenaza de ser sepultados en vida, son dos de las cosas que más teme el ser humano. Como sabemos bien los aficionados a los comic: “Que el cielo caiga sobre mi cabeza” era el mayor temor de Abraracurcix, el jefe de los irreductibles galos Asterix, Obelix y compañía.

En términos de la Geofísica, los seísmos no son catástrofes, sino movimientos necesarios en la búsqueda del equilibrio de la litosfera. El planeta Tierra posee un nivel de organización y  una dinámica, que se mantiene  con una energía interna derivada de la masa (gravedad), del calor primitivo de formación y de la desintegración de elementos radiactivos internos.

 

 

Según la Teoría de la Tectónica de Placas, en su evolución la Tierra emplea gran parte de esa energía en mantener continuamente la corteza oceánica, es decir el inmenso depósito que es el fondo de los océanos. En este proceso se genera la corteza que forma los continentes, la corteza continental, que se va moviendo, agrietando y colisionando, formando las cadenas montañosas o cordilleras que se adhieren a los continentes haciéndolos cada vez más grandes y gruesos, en detrimento de la corteza del fondo oceánico. Y este proceso continuará hasta que el tamaño y el grosor de los continentes sean tan grandes, que la Tierra no tenga la energía necesaria para poder seguir rompiéndolos y moviéndolos.

La corteza terrestre está en continuo movimiento, y los sismógrafos permiten detectar cada año no menos de un millón de seísmos, de los que 150.000 son perceptibles en forma de sacudidas de la superficie terrestre.

Sólo de dos a tres de todos ellos alcanzan la fuerza de terremotos con destrucciones tremendas. Un 10% de los temblores registrados se originan por derrumbes de cavidades subterráneas (temblores por derrumbe) y por actividad volcánica (temblores eruptivos).

Todos los demás, es decir la inmensa mayoría,  pueden atribuirse a movimientos de unas partes de la corteza contra otras (temblores tectónicos o por dislocación). Cualquier desplazamiento de grandes masas rocosas, comparable a una especie de “reajuste de cargas” de la superficie terrestre, tiene como consecuencia un terremoto.

El foco de un sismo puede ser muy extenso, sin embrago, a los efectos de las mediciones y cálculos, se trabaja con la hipótesis de que el foco es un punto, al que se denomina hipocentro, que es el punto desde el que parten las sacudidas en todas direcciones, y el punto situado en la superficie terrestre, justo en la vertical del hipocentro, se denomina epicentro.

Cuando el hipocentro en encuentra bajo una zona marítima u oceánica, tiene lugar un maremoto; el epicentro estará situado en la superficie del mar, y la energía se transmite a partir de ese punto mediante oleaje que se dirige hacia las costas pudiendo dar lugar a los conocidos tsunamis de efectos devastadores.

 

 

La clasificación de un terremoto es compleja, en el sentido de que los daños pueden ser muy distintos, dependiendo de cuál sea el área afectada, tanto por su extensión como sobre todo por la densidad de población en ella; no obstante, dos escalas utilizadas muy frecuentemente son la Escala Richter y la Escala Mercalli, que miden la intensidad del sismo y la cantidad de energía liberada en el epicentro, mediante los índices que se establecen y definen en la siguiente tabla, clasificados por los efectos potenciales:

El riesgo sísmico es la probabilidad de que se produzca un seísmo en un determinado lugar, el número de víctimas que ocasionaría y cómo afectaría al tipo de construcciones existentes en la zona. Así, una zona de fallas despoblada tendría una peligrosidad sísmica muy alta pero un riesgo sísmico muy bajo. Para disminuir el riesgo sísmico de una zona se deben tomar medidas de predicción y prevención; sin embargo a día de hoy no es posible determinar en qué momento se producirá un terremoto, pero sí es posible estimar la probabilidad de ocurrencia, en base al seguimiento de los desplazamientos de las placas tectónicas, puesto que en esos desplazamientos se va acumulando energía que, potencialmente, será liberada en forma de seísmo. En las imágenes siguientes se puede ver la distribución de placas tectónicas del planeta, así como los mapas de nivel de riesgo para algunas zonas del área mediterránea en general y de España en particular.

 

 

La ingeniería antisísmica es una rama que aúna tanto la ingeniería civil como ingeniería mecánica y de estructuras. Su misión es evitar completamente, si fuera posible, o al menos tratar de minimizar los efectos de los seísmos tanto sobre los edificios como sobre otras infraestructuras, del tipo de puentes, viaductos, nudos de comunicaciones, etc.

Para ello es importante primero un estudio de los efectos de anteriores terremotos, las formas en que las ondas se mueven y afectan al terreno, el tipo de daños, etc., después se estudian los efectos y consecuencias de futuros temblores, para lo cual se usan simuladores, con edificios a escala, incluyendo la escala 1:1, es decir “a tamaño natural”,  comprobando los efectos del temblor sobre los modelos.

 

 

Los estudios no solo están orientados a conseguir que un determinado edificio se mantenga en pie, sino a mantener la mayor parte de la infraestructura y servicios del mismo funcionando, como agua, luz, teléfono, etc. Esto lleva a dos actuaciones principales dentro de los grados de seguridad que se estudian:

1.- Una es la encaminada a mantener el edificio estable y seguro para aquellas personas que se encuentren tanto dentro de él como fuera, en las proximidades del mismo. De acuerdo con la normativa que ha de cumplir la construcción de edificios, este nivel es suficiente para la mayoría de los hogares y casas dedicados a vivienda.

2.- Otra actuación será la que intente mantener operativos todos los sistemas básicos esenciales, como pueden ser edificios públicos, hospitales, centrales eléctricas, etc.

A menudo podemos comprobar que la diferencia de daños entre un terremoto y otro no depende tanto de la fuerza potencial de los mismos, sino de la forma en la que fueron hechas las construcciones existentes en el área afectada. Es evidente que si hemos de enfrentarnos a un terremoto, debemos tratar de preocuparnos, ocuparnos y asegurarnos, hasta donde nos sea posible, de que “el suelo no desaparezca bajo nuestros pies, ni el cielo caiga sobre nuestras cabezas”.

Adolfo Marroquín Santoña

Noticias y comentarios sobre temas científicos

Sobre el autor

Adolfo Marroquín, Doctor en Física, Geofísico, Ingeniero Técnico Industrial, Meteorólogo, Climatólogo, y desde 1965 huésped de Extremadura, una tierra magnífica, cuna y hogar de gente fantástica, donde he enseñado y he aprendido muchas cosas, he publicado numerosos artículos, impartido conferencias y dado clases a alumnos de todo tipo y nivel, desde el bachillerato hasta el doctorado. Desde este blog, trataré de contar curiosidades científicas, sobre el clima y sus cambios, la naturaleza, el medio ambiente, etc., de la forma más fácil y clara que me sea posible.


marzo 2013
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