Hay un elemento que, por su importancia, afecta a los gastos de la unidad familiar y se agudizan en estos momentos de precariedad ya que nos persiguen el resto de nuestra vida: el préstamo hipotecario en el divorcio, se convierte en un gran problema.
La situación normal es que, cuando nos casamos, lo hagamos en el régimen económico de gananciales, lo que supone que cuando adquirimos el piso familiar, lo hacemos entre los dos miembros de la pareja, y se firma el préstamo hipotecario de la misma manera, entre ambos.
Los problemas surgen, por desgracia, cuando “la pobreza entra por la puerta y el amor salta por la ventana”. En este segundo trimestre de 2014 los divorcios han aumentado un 3%, pero el indicador de que la situación de crisis agudiza los problemas de las parejas se hace notar en el gran número de procedimientos para modificar las condiciones económicas de la separación, que se han incrementado el 13.8%.
Normalmente, en el convenio de divorcio se adjudica el bien de acuerdo a como lo hayan pactado o haya quedado en la sentencia, se inscribe en el registro de la propiedad por unos 250 euros y, tras el registro, nos vamos al banco a realizar los cambios de titularidad correspondientes.
Puede suceder que el piso se venda para liquidar la comunidad de gananciales, o bien que se la adjudique a una de las partes. Si se vende, no hay problema, se cancela el préstamo hipotecario con la venta de la vivienda y listo. El problema es si se lo adjudica a uno de los titulares.
La confusión viene de pensar que el préstamo hipotecario es algo inherente al piso, y no es así: el préstamo hipotecario es de los firmantes, ambos cónyuges, juntos o separados, y como garantía tienen el piso. Pero el banco no sabe de separaciones ni divorcios. El banco sabe que tiene dos responsables de un préstamo, y como tales los trata.
Lo primero, trata de no perder garantías, por lo que intentará que se mantengan los titulares originarios del préstamo. Como segunda opción, sustituir un titular con otro para perder el mínimo de garantías,y si no, buscar un avalista. Como última opción, intenta que se incrementen las garantías hipotecarias con otro bien libre de cargas, todo ello claro está con una renegociación de condiciones casi siempre perjudiciales para el que se queda con el bien.
En definitiva, en el Banco afectan poco las situaciones personales de una pareja de prestatarios, pero con el asesoramiento adecuado , puede conseguirse, no sin lucha, que del préstamo se responsabilice, el adjudicatario del piso, mientras que el otro queda liberado de dicha carga.
Si en algún momento lo que no son cuentas son cuentos, es en situaciones como ésta en el préstamo hipotecario en el divorcio