La exfoliación es el primer paso para preparar la piel a cualquier tratamiento, dejándola más suave y receptiva. Existen varias recetas caseras con las que podrás conseguir un exfoliante natural. Mezcla una buena cantidad de sal gorda con aceite de romero o de oliva, creando una pasta para masajear sobre el cuerpo. Incide en las zonas más grasientas o menos hidratadas, pero descarta su uso para la cara, porque esta mezcla puede resultar agresiva. Otra receta establece mezclar un poco de azúcar con un poco de agua templada. Ésta ablandará el azúcar. Mézclalo con tu gel de baño habitual. Cuando te lo apliques, no hace falta que utilices esponjas, sino que servirá con un suave masaje de tus manos hasta disolver los gránulos de azúcar. Con cualquiera de estas dos recetas dejarás tu piel tan suave como la seda.