Enrique Falcó. Admirador de los emprendedores
Como tantos otros millones de espectadores, hace ya algunos años, me rendí fascinado ante una nueva serie que se antojaba espectacular. Se trataba de “Héroes”, una producción estadounidense de ciencia ficción y drama creada por Tim Kring, cuyo argumento giraba alrededor de un grupo de personas ordinarias, cada una con su propia y noble historia, quienes de repente y muy poco a poco van descubriendo que ostentan poderes sobrehumanos.
Algunos podían volar, otros sobrepasar paredes y pintar cuadros premonitorios. Algunos directamente eran indestructibles, o por el contrario tenían el poder de absorber los poderes de los demás. Ya imaginarán cuales eran los principales hilos argumentales de esta fascinante historia: Cómo afectaban estos poderes, a ellos y a quienes les rodeaban, y sobre todo la búsqueda de los protagonistas de la eterna pregunta: ¿Por qué?.
Como tantas producciones brillantes de la última década, lo que fue una fastuosa primera temporada desembocó en las siguientes entregas poco menos que a un producto de Serie B de muy bajo nivel y una complicada amnistía, ayudado quizás por la histórica huelga de guionistas que azotó los estudios de Hollywood desde finales de 2007 hasta febrero de 2008.
Algunas otras series, de las que también se esperaba mucho como “Prison Break” consiguieron también tirar por tierra un arranque espectacular y prometedor para acabar teniendo que ser suspendidas por falta de audiencia.
Pero sigamos con “Héroes”. Cualquier de nosotros piensa en los archiconocidos personajes de Stan Lee cuando le arriba el término “héroe” a la sesera: Ya sean Los 4 fantásticos, Spider Man o Hulk. O incluso el Superman de Siegel y Shuster, al que todos los niños de mi época conocimos gracias a las espectaculares películas protagonizadas por Cristopher Reeve. A este desgraciado actor el destino quiso proporcionarle un irónico castigo, condenándole a la paraplejia tras una desafortunada caía de un caballo, lo que le convirtió irónicamente también en un verdadero héroe de carne y hueso, pues luchó con todas sus fuerzas mientras le fue posible para superar su enfermedad. Entre nosotros, yo prefiero a SuperLópez, el genial personaje de Jan. Y por supuesto a otro periodista como Supeman, a mi querido Tintín, que en mi humilde opinión no necesitaba más poderes de los que requería lo mejor de la condición humana para ser el primero en todo.
Hoy en día nos encontramos sin saberlo a toda clase de héroes que no muestran precisamente un súper poder, pero cuyas muestras de valentía, arrojo, coraje y humildad consiguen que nos descubramos ante ellos con el mayor de los respetos. No sé si conocen por ejemplo la historia de Nick Vujicic, un joven que a pesar de no contar con manos ni con pies dedica su vida a motivar y a inspirar a personas sin extremidades, demostrando que si te lo propones, el hecho de carecer de miembros no puede considerarse más que una mera excusa para no desarrollar una vida normal y ser tan feliz como cualquiera.
Pero no tenemos que irnos a casos concretos. Existen también héroes anónimos, que han salvado a personas de la misma muerte auxiliándolas en alguna difícil situación en la que incluso han arriesgado sus propias vidas. Sin ir más lejos, los lamentables hechos ocurridos en el “Madrid Arena” la fatídica noche de aquella fiesta Halloween que nunca se tendría que haber celebrado.
Algunos de los supervivientes son conscientes de que si no hubiera sido por algún joven que tiró de ellos no hubieran salido con vida de aquel pabellón que tornó a infernal tras una avalancha, y se encuentran en la pesquisa de ser conocedores de que fue un héroe anónimo quien salvó sus vidas y que se encuentra en algún punto de la ciudad, y seguramente nunca podrán saber quien fue para darle las gracias. Irónico también, pero muy de super héroe.
Ahora, que para héores de verdad, aquellas personas que se han hecho a sí mismas, en especial quienes no tuvieron las mismas oportunidades que otros tuvimos, y en donde lo normal hubiera sido que la flaqueza y lo injusto de sus vidas les hubiera empujado hacia los pantanosos caminos de la desesperación. Algunas de estas personas han sido capaces de sobrevivir en este valle de lágrimas y aun así de mantenerse inmunes a la crueldad y el dolor, ofreciendo solo lo mejor para los demás. He conocido en las últimas semanas a héroes anónimos de los que les hablo hoy, y me apena profundamente reconocer que jamás podré parecerme a ellos.
En estos difíciles tiempos que corren, algunos nos quejamos como niños y lloriqueamos mocosetes por no llegar a final de mes, mientras que otros valientes, otros héroes, se lanzan a la aventura de montar su propio negocio. Como mi amigo Carlos Ruiz, quien ha renunciado a trabajar por cuenta ajena, con su nómina fija y segura todos los meses, para montar su propio Pub: “La Regenta 3.0” en la zona de Valdepasillas en Badajoz.
Unos opinan que es una temerario, otros que es un inconsciente. El menda sencillamente cree que es un héroe. Uno de tantos valientes emprendedores que va a conseguir sacar este país adelante. Pásense alguna noche a tomar un Loch Lomond para convencerse de que los héroes de carne y hueso no tienen por qué parecerse a los del mundo del cómic. Sea como fuere ¡Vivan los héroes! O al menos aquellos que se toman la molestia de intentar imitarlos. Ya lo cantaba el gran David Bowie: “Podemos ser héroes para siempre jamás, o podemos ser héroes sólo por un día”.
Publicado en Diario HOY el 18/11/2012