Lo peor del intolerante emboscado es la aspiración a que comulgues con ruedas de molino y le agradezcas encima la generosidad del gesto. Como en el mundo de los toros, los intolerantes más peligrosos son los mansos, no los bravos; es decir, aquellos que se camuflan tras la sonrisa meliflua mientras ‘de facto’, infringen la legalidad […]