>

Blogs

Adolfo Marroquín

Ciencia Fácil

Un clima mentalmente saludable

En los trabajos que se están desarrollando dentro de Comunidad Europea, al analizar los efectos del cambio climático en la salud humana, se dice que, en general, el actual cambio climático no hace surgir muchas amenazas sanitarias nuevas o desconocidas, pero sí que van a aumentar algunas interacciones entre el medio ambiente y la salud humana, con efectos más fuertes y pronunciados que los observados hasta ahora. Sabemos que el cambio climático va a afectar a la salud humana, ya sea de manera directa, caso de los efectos fisiológicos de calor y frío, o indirecta, por ejemplo, alterando los comportamientos, agravando la propagación de enfermedades, etc.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la salud mental como “el estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades; puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

Lamentablemente, la depresión se ha convertido en un trastorno cada vez más frecuente, encontrándose que altera muchas de las acciones y conductas de los individuos que la padecen, llevando a las personas afectadas a sentirse insatisfechas, con un sentimiento de frustración por no haber logrado aquello a lo que aspiraban.

No importa la edad, ni la condición social, la depresión es una enfermedad caracterizada por la tristeza, la pérdida de interés por casi todo, la presencia de sentimientos de culpa, con trastornos de sueño, falta o exceso de apetito y sensación de cansancio continuo.

La OMS señala que la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo; se calcula que afecta a unos 350 millones de personas. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad, alterando las actividades laborales, escolares y familiares.

En la búsqueda de las causas que pueden llevar al ser humano a padecer este tipo de enfermedad, se encuentra que las personas están constantemente influenciadas por el medio ambiente, los animales, las plantas y en general por todo su entorno. Están en marcha estudios sobre cómo el clima influye en el cuerpo y en el ánimo de las personas.

 

Los valores característicos de las estaciones climáticas, ligadas a las astronómicas, no son constantes y estables, por lo que provocan reacciones físicas y psicológicas. Es decir que, el clima puede afectar no sólo a los mecanismos fisiológicos del cuerpo, sino también al humor e incluso puede llegar a dominar las reacciones psicológicas de los individuos.

Si se analizan las diferentes estaciones del año, veremos que el ser humano pasa por los mismos ciclos que el clima. Es decir; la primavera que es el nacimiento, el verano la plenitud, el otoño la declinación y el invierno la muerte. Por eso no es extraño que las personas cambien de humor con los cambios estacionales.

Del mismo modo que existe el confort ambiental en el hogar (y cuando lo perdemos procuramos reestablecerlo mediante equipos de climatización), en el exterior también se pueden dar las condiciones climáticas perfectas: Si la temperatura se encuentra entre 20º y 25º; la humedad relativa del ambiente entre un 40% y un 70%; la velocidad del aire no es inferior a 0,15 m/s ni superior a 0,25 m/s; y la presión atmosférica está en torno a 1013,2 milibares y con ionización negativa, entonces… nos sentimos “en la gloria”.

Pero eso ocurre cada vez con menos frecuencia y nuestra vulnerabilidad va en aumento. Creemos que controlamos el entorno, pero lo cierto es él quien nos controla a nosotros, haciéndonos pagar por las agresiones que cometimos y cometemos sobre el medio ambiente.

Sucede por ejemplo que horas antes de una tormenta, la atmósfera está cargada de iones positivos, por lo que estamos irritables y nerviosos, faltos de concentración, con dolor de cabeza, e incluso con aumento de nuestra presión arterial. Pero una vez que la tormenta descarga, vuelven los iones buenos (los negativos) y nuestro organismo segrega la cantidad idónea de serotonina, la hormona del bienestar, con lo que las cosas mejoran claramente.

También sucede que, cuando hace mucho calor bajan nuestra tensión y nuestra glucosa, y nos sentimos sin energía, sufriendo migrañas, alergias y falta de atención. Y cuando se producen variaciones bruscas de la presión atmosférica, son más frecuentes los ictus y los accidentes cerebrovasculares.

Cuando hay olas de frío es normal que aumenten las bronquitis, las úlceras, los dolores artríticos, la ciática o el lumbago. Y la cosa se complica si el frío viene acompañado de humedad alta y de baja presión atmosférica, puesto que entonces hay que tener cuidado con el corazón, dado que aumenta el número de infartos que se producen.

 

A la vista de todo esto, y de muchos más aspectos que no detallamos aquí, es muy probable que el cambio climático tenga repercusiones importantes relacionadas con la salud en general y con la salud mental en particular, sin embargo en la actualidad es escasa la investigación sobre esto último. Parece lógico que, ante los cambios que se prevén, esta situación se debería remediar cuanto antes para que las autoridades competentes puedan tomar las medidas pertinentes contra el impacto del cambio climático sobre la salud.

Algunos autores calculan que este fenómeno provoca ya actualmente más de 150 000 muertes cada año, cifra que muy probablemente empeorará en las próximas décadas. Por otra parte, se prevé que el cambio climático provoque catástrofes naturales más frecuentes, y se sabe que tras un episodio catastrófico, surgen más problemas relacionados con la salud mental, como el trastorno por estrés postraumático, depresión grave, etc.

Como ejemplo pueden citarse los acontecimientos relacionados con el huracán Katrina, en Estados Unidos, que pusieron de manifiesto como la asistencia médica y psiquiátrica para quienes padecen enfermedades mentales puede deteriorarse drásticamente después de una catástrofe, justo cuando es más necesaria.

De cara al futuro, es más que previsible que la subida del nivel del mar obligará a desplazarse a millones de personas residentes actualmente en zonas litorales. También se espera que en las zonas azotadas por inundaciones, sequías y otros fenómenos extremos, se produzcan éxodos de grandes proporciones. Los movimientos migratorios masivos agravarán sin duda la aparición de enfermedades mentales en las poblaciones afectadas.

Aunque parece que se está tomando conciencia de los efectos del cambio climático en la salud mental, lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones se habla de dichos efectos en términos ambiguos e imprecisos, y en los debates rara vez participan quienes realizan investigaciones sobre la salud mental o aquellos con suficientes competencias y autoridad como para tomar decisiones. En consecuencia, parece poco probable que la salud mental figure en el orden del día de las próximas Cumbres del Clima.

Adolfo Marroquín Santoña

Fuentes: OMS, Organización Mundial de la Salud.  CORDIS, portal de la Comisión Europea para difusión de proyectos de investigación en la Unión Europea.

Noticias y comentarios sobre temas científicos

Sobre el autor

Adolfo Marroquín, Doctor en Física, Geofísico, Ingeniero Técnico Industrial, Meteorólogo, Climatólogo, y desde 1965 huésped de Extremadura, una tierra magnífica, cuna y hogar de gente fantástica, donde he enseñado y he aprendido muchas cosas, he publicado numerosos artículos, impartido conferencias y dado clases a alumnos de todo tipo y nivel, desde el bachillerato hasta el doctorado. Desde este blog, trataré de contar curiosidades científicas, sobre el clima y sus cambios, la naturaleza, el medio ambiente, etc., de la forma más fácil y clara que me sea posible.


febrero 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
232425262728