No, no me he equivocado al poner el título para este artículo, he escrito jameos y jaleos , porque ambos, tanto “Los Jameos del Agua” como lo que he denominado “Los Jaleos del Agua”, son obra de la Naturaleza, aunque lo cierto es que eso es lo único que tienen en común.
“Los Jameos del Agua” están producidos por el hundimiento del techo de un tubo de lava volcánico, lo que es una magnífica obra natural, en este caso remarcada y resaltada por el artista lanzaroteño César Manrique, que deben ustedes visitar si tienen la ocasión de acercarse a Lanzarote, una de esas islas afortunadas que son nuestras Islas Canarias. Pero lo que yo quiero ahora comentar aquí con lo de “Los Jaleos del Agua” es la serie de conflictos potenciales a los que nos puede llevar la escasez futura de ese elemento.
El volumen total de agua que participa en el ciclo hidrológico es de 1 386 millones de kilómetros cúbicos, que puede parecernos una cantidad enorme y de hecho lo es, pero debemos tener en cuenta que de esa cantidad el 97,52 % es agua salada, el 2,24 % es agua dulce almacenada en forma de hielo en la Antártida y en las aguas subterráneas profundas y “solamente” el 0,24% es agua dulce accesible para el consumo, que es la que se encuentra en los lagos, embalses, suelos y acuíferos poco profundos.
Esta mínima fracción de agua dulce accesible constituye el principal componente de nuestros recursos hídricos, dependiendo directamente su cuantía de la precipitación y del deshielo de los glaciares de algunas zonas, y es la única fuente disponible del ciclo hidrológico para nuestro uso y consumo.
La Unión Europea a través de su Servicio de Información (CORDIS), dentro del proyecto WATH, nos aporta una primera evaluación del ciclo hidrológico mundial, permitiéndonos conocer mejor el ciclo del agua y ampliando los conocimientos sobre los impactos del cambio climático en el ciclo hidrológico. El proyecto señala que para poder gestionar los recursos hídricos con eficacia durante los próximos años, hay que empezar a introducir cambios ya.
El desequilibrio entre la demanda y la disponibilidad de agua nos ha llevado a un punto delicado en muchas zonas de Europa, donde han ido incrementándose la aridez y la frecuencia de las sequías. Es casi seguro que en el futuro el cambio climático agudizará estos impactos dañinos, puesto que a lo largo del presente siglo se prevén sequías más frecuentes e intensas en toda Europa y en los países vecinos.
Un estudio sobre la sequía, financiado por la Unión Europea, ofrece una serie de orientaciones y recomendaciones encaminadas a preparar a Europa para ese clima futuro, tal como lo prevén los modelos climáticos. Cada vez más a menudo se oye que en el futuro el agua reemplazará al petróleo como recurso natural de mayor importancia, llegándose a afirmar que su escasez será motivo de guerras civiles e internacionales.
El Banco Mundial ha informado que existen ochenta países donde la escasez de agua amenaza la salud, la economía e incluso la estabilidad de la paz en el futuro. El agua destinada al riego representa aproximadamente dos tercios de toda el agua utilizada, aunque esta proporción varía enormemente, entre países donde ese uso del agua es mínimo, como el Reino Unido, y países como la India, donde es de aproximadamente un 80 % del total.
Algo que a los españoles nos suena mucho cuando se habla de la lamentable situación socioeconómica actual, es que hemos llegado a ella, según dicen, porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades; pues bien, la AEMA (Agencia Europea del Medio Ambiente), dice también que “En lo que se refiere a los recursos de agua, los europeos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
La historia del Mediterráneo, Oriente Próximo y la región del Sahel ha estado y está llena de conflictos relacionados con la disponibilidad del agua. La Unión Europea, a través de CORDIS, señala que los efectos del cambio climático en cuanto a anomalías hídricas, sequías e inundaciones, plantean una amenaza para la seguridad de la población humana, aumentando las tensiones sociales y los conflictos.
Es cierto que el cambio climático sí que supone una amenaza directa para la seguridad humana, puesto que fenómenos como las temidas y temibles sequías, o su cara opuesta las inundaciones, acarrean con frecuencia pérdida de vidas y desplazamientos masivos. Pero la vulnerabilidad de las poblaciones responde en gran medida a causas previas a los desastres naturales, como son la desigualdad, la pobreza, la existencia de instituciones débiles, las infraestructuras inadecuadas, la falta de formación e información, la corrupción en instituciones políticas y administrativas, aspectos estos que son los que verdaderamente puede dar lugar a tensiones y conflictos sociales.
Se prevé que los efectos del cambio climático sobre la disponibilidad de agua se intensifiquen en el Mediterráneo y sus regiones vecinas en los próximos años, situación que podría amenazar aún más la seguridad de la población, sobre todo la de aquellos ubicados en las zonas más vulnerables a las sequías o a las inundaciones.
Sin embargo, como señalaba antes, la realidad es mucho más compleja y aunque los cambios relacionados con el clima y los recursos hídricos son importantes, lo cierto es que desempeñan un papel secundario como causantes de conflictos e inseguridad humana si los comparamos con otros factores políticos, económicos y sociales.
Por ello, los investigadores consultados por la Unión Europea, hacen un llamamiento a que los mensajes políticos no reiteren modelos simplistas que vinculen el cambio climático directamente con el conflicto social y la inseguridad, puesto que una mejor distribución de la riqueza, mayor protección social, acceso universal a la justicia y mayores niveles de democracia pueden mejorar en gran medida las condiciones de vida de los países amenazados por todas las catástrofes medioambientales que puedan sobrevenir.