Paco Azorín es joven, pero con una amplia experiencia en el teatro. Su concepción escenográfica es impecable. Desde el primer segundo del montaje te traslada al ‘circo’ donde se juega con el poder, donde la ambición preside la mesa de cualquier despacho. Es una historia que tiene 400 años, pero que se repite día tras día en partidos políticos, multinacionales e instituciones del mundo. Ayer el Teatro Romano volvió a narrar las traiciones entre ‘iguales’ por manejar los designios del resto de ciudadanos. ‘Julio César’ fue ‘in crescendo’. Una definición que se repitió tras el estreno del cuarto montaje de la 59 edición. Aunque parezca una definición simple, mucho tuvo que ver los problemas de sonido que sufrimos los espectadores. Las diademas que portaban los actores no emitían un sonido limpio. Y cuando rozaban con el suelo o con una prenda de vestir, el ruido era desagradable. Pero el cuadro artístico pudo superar esta cuestión.
Ayer, entre los espectadores del montaje, se encontraban casi un centenar de directores de los Institutos Cervantes de todo el mundo. Curiosa paradoja. Los responsables de la difusión del castellano en el mundo disfrutaron del icono de la dramaturgia anglosajona. Ayer, más que nunca, Shakespeare estuvo rodeado de Cervantes. Ángel-Luis Pujante transformó el texto del escritor inglés en versos de la lengua de Cervantes, como si éste los hubiese escrito. Magnífico guión.
En el montaje hay un antes y un después tras el monólogo de Marco Antonio, interpretado por un extraordinario Sergio Peris-Mencheta, que dejó boquiabierto al público emeritense. Sorpresa para muchos, que este joven actor tenga la capacidad con su verbo de llenar las caveas del Teatro Romano como si hubiese nacido en ellas. Control de la voz, de la intensidad…Un monólogo que se estudia en las facultades de Periodismo como paradigma de la manipulación informativa, y que fue interpretado de forma extraordinaria. Junto a Peris-Mencheta, también estuvo muy acertado en el papel ‘Casca’, interpretado por Agus Ruiz, quien es el primero que clava su puñal en Julio César y ‘Casio’ quien mantiene la tensión dramática en la primera mitad del montaje. José Luis Alcobendas realiza un papel secundario que sabe a protagonista.
El resto del reparto en el estreno estuvo bien, realmente creíbles. Un ‘breve’ Mario Gas, un reflexivo Tristán Ulloa…Y así hasta llegar a Pedro Chamizo, productor y actor. En la piel del fundador de Mérida, Octavio Augusto, puso la cuota extremeña del montaje, y el futuro de la interpretación de la región.
Tras el estreno tienes la sensación que la obra, con los días, irá creciendo en Mérida. Se irá ensanchando, como dilatadora, en el Teatro Romano. Un montaje que tiene un cartel extraordinario y que seguro tiene también, un largo recorrido por los teatros españoles.
El ministro Wert estuvo presente en el estreno. Mientras los actores deambulan ansiosos por el peristilo, tras el Teatro, escuchaban expectantes los silbidos y pitidos del público hacia el Ministro de Cultura. En ese momento comprobaron cómo el público de Mérida es muy crítico, y a la vez apasionado con su Festival y todo lo que huela a cultura.