Ahora que estamos inmersos en plena Semana Santa no está de más recordar a las embarazadas extremeñas que si su hijo nace el día del “Mandato” (Viernes Santo) mientras se recita el sermón de Pasión, tendrá el futuro asegurado sin necesitar de opositar, porque será zahorí y nacerá con el poder de descubrir lo que haya bajo tierra.
El origen de los zahoríes en Extremadura se pierde en las raíces de nuestra historia, pero sí que se sabe que proliferan en Extremadura en la pobreza del siglo XIX. Son videntes con poderes para detectar tesoros con una varita de avellano cortada de un tallo virgen que termina en forma de horquilla. La varita de los adivinos se confecciona con madera de avellano silvestre. Para ello se corta una rama a la salida del sol de cualquier día del mes de junio, preferiblemente en luna llena.
El pueblo extremeño deposita su fe en los zahories, pero más de uno, como afirma Publio Hurtado, abusa de la confianza y termina sentándose en el banquillo de la Audiencia, acusado de estafador por alquilar a un vecino “La vara de las Siete Virtudes de Aarón” cuando su única virtud era la de ser de avellano.
Las varitas adivinatorias son de uso común entre los zahoríes extremeños. Para confeccionar una de ellas hay que cortar una rama ahorquillada de avellano, de pie y medio de longitud (unos 45 cm., aproximadamente), del grueso de un dedo y de un año de edad. Cada mano toma uno de los palitos, y allá donde el otro extremo del palo se detenga en el suelo se hallará el oro, el agua o el tesoro escondido.
En cada pueblo o comarca hay un zahorí cuya principal función consiste en detectar venas de aguas para excavar pozos. También hay zahoríes especializados en descubrir metales, tesoros e incluso, a los culpables de un robo o asesinato.
Sin embargo, los zahoríes están sujetos a una ley caprichosa: no pueden tocar nunca el tesoro detectado si se trata de dinero, porque de ser así las ganancias se convertirán en cenizas. Las cosas sobrenaturales es lo que tienen, que no hay quien las entienda.
Gozaron de mucha fama en el siglo XIX El Brujo de Don Benito y “El Dios de La Coronada” de nombre Francisco Mengue, por sus predicciones de tesoros y lluvias, que siempre han hecho falta en estas tierras, aunque tampoco desdeñaban encontrar el ganado perdido o la sortija desaparecida.
Actualmente el zahorí ha cambiado la vara de avellano por la vara de olivo o de cobre, y se dedica casi exclusivamente a buscar agua (¡qué mayor tesoro cuando la sequía apremia!).
Hace solo seis años el alcalde de Fregenal de la Sierra anunciaba en pleno mes de agosto que un vecino “con dotes de zahorí” había encontrado, en la zona del Pilón, un pozo que alivió la situación de emergencia por falta de agua que padecía el pueblo.
No es el único. Bernardo Morales, zahorí de Villafranca, se ha recorrido toda la provincia de Badajoz y parte de Andalucía haciendo pozos para una empresa; José Sánchez, de Zafra, afirma no haber fallado ni una sola vez en 60 años, y ha sido requerido por los ayuntamientos de Zafra, Azuaga, Valencia del Ventoso y Casas de Reina, entre otros, para encontrar pozos para uso público. Y Antonio Sánchez, un zahorí de Calamonte, afirma que en ocasiones han resultado ser más certeras sus varas que los estudios geológicos.
Muchos de los actuales zahoríes no tienen sucesores. Otro retazo más de la historia extremeña que se pierde. Otra vara más del árbol de nuestra memoria que se seca. Como la tierra sin zahoríes.