La procedencia de la mayor parte de los tesoros extremeños está atribuida a los moros, pero aunque en algunos casos estos moros son realmente los árabes que habitaron durante ocho siglos en España hasta la Reconquista, en muchas otras ocasiones se aplica la denominación de “moros” a personajes y pueblos indeterminados que habitaron estas tierras antes de la llegada del cristianismo.
De hecho, en muchos pueblos la palabra “moro” tiene otro significado, el de “antiguo morador”, seres que moraron en determinados lugares y de los que sólo se pueden dar noticias vagas y nebulosas, perdidas en la noche de los tiempos.
Según afirma Manuel Martín Sánchez, en la mitología extremeña los “Morus” son seres legendarios cuya misión principal es la de custodiar tesoros. Lo cierto es que los topónimos asociados con los moros abundan en la geografía extremeña, y muy frecuentemente se asocian a enclaves mágicos o relacionados con tesoros escondidos.
Y uno de los enclaves mágicos más reconocidos de Extremadura es sin duda Las Hurdes, donde como afirma Félix Barroso Gutierrez, “moros y moras campean a sus anchas por los estrechos valles y por los riscales de la sierra”.
Al parecer, estos “moros” legendarios tienen querencia a las cuevas, porque en el pueblo de Horcajo estuvieron internados en sus frondosos pinares, junto a la Cueva de la Mora. También en La Horcajada se refugiaron en otra Cueva de la Mora. Y lo mismo se puede decir de Nuñomoral, ya que en el paraje de la Peña Güeca hay otra Cueva de la Mora. En Aceitunilla y en Casares de las Hurdes hay una Cueva del Moro. En Martilandrán, donde tienen de todo, hay una Cueva del Moro y una Cueva de la Mora.
Topónimos relacionados con el moro aparecen muchos en Las Hurdes. En Aceitunilla tenemos el Lombu del Moro. En Caminomorisco, (cuyo topónimo no oculta nada y lo dice todo), encontramos la Fuente del Moro y la Peña de la Mora…
Pero no solo en Las Hurdes hay moros en la costa. Así, existe una Sierra del Moro en las cercanías de Mirandilla, Cerros del Moro en Alange, Alconchel, Aljucén, Campillo de Llerena y Fregenal de la Sierra, una Finca de la Mora en Badajoz y otra en Villar del Rey, una Finca El Moro en Castuera, donde también hay una Casa del Moro, al igual que en Monasterio, donde también hay un Palacio-Majada del Moro, un Cortijo de los Moriscos en Bienvenida y un Cortijo del Moro en Calzadilla de los Barros, una Dehesa del Moro en Calera de León y otra en Plasencia, un Castillejo del Moro en Don Benito, un Pozo del Moro en Esparragosa de la Serena y un Pozo Morisco en Cáceres, una Cuesta del Moro en Fuentes de León, una Fuente de los Moros en Garlitos, un Peñón del Moro en Higuera de Llerena y una Peña de la Mora en Montemolín, un Risco del Moro en La Parra, un Valle del Moro en Ribera del Fresno, un Arroyo del Moro en Albalá, un Collado de los Moros en Cabañas del Castillo, una Vuelta del Moro en Casas de Millán, una Cerca del Moro en Hinojal, una Cabeza del Moro en Monroy y otra en Santibañez el Bajo, un Caserío del Moro en Piedras Albas, un Salto del Moro en Santibáñez el Alto, una Casa Morisco en Torrejón el Rubio, una Nava del Moro en Villar del Rey y un Vado Morisco en Villasbuenas de Gata, además de numerosos parajes que llevan el nombre de Las Morantas (Calzadilla) las Moratas (Guijo de Coria) La Mora (Madroñera), La Morisca (Montehermoso, Salorino y Pasarón), Morisco (Perales del Puerto) o El Moro (Robledillo de Trujillo).
Y es que, aún en nuestros días, si preguntan en algunos pueblos por el origen de tal o cual monumento antiguo del lugar, le contestarán sin dudarlo que es “antiquísimo… del tiempo de los moros”. “Moro”, en muchas ocasiones, es sinónimo de “antiguo”, de lo que está mas allá de la memoria de las gentes.
Por eso, numerosos yacimientos arqueológicos se esconden tras el apellido “moro”, aunque la mayor parte de las veces nada tengan que ver con ellos. Así, en Jaraiz de la Vera se encuentra la tumba del Moro, y en Aliseda las Tumbas de los Moros. En La Huetre hay una Sepultura de la Mora, y otra sepultura de la Mora se encuentra en Casares de las Hurdes
La Cueva del Moro es el otro nombre que recibe por los lugareños el Dolmen de Lácara, entre Nava de Santiago y Cordobilla de Lácara. Se trata de un gigantesco dolmen de corredor que, a decir del historiador y sacerdote Vicente Navarro del Castillo, “desde antiguo llamó la atención de romanos y visigodos quienes, trataron de expoliarlo de sus ajuares, y en tiempos modernos de los avaros buscadores de tesoros que, usando de medio más poderoso, la dinamita, consiguieron su propósito, pero a costa de causar en el antiguo monumento destrozos lamentables, ya que sus piedras fueron en parte voladas o fragmentadas”.
En la bella Helechal , se encontraron pinturas rupestres en la Cueva de las Moriscas, y también hay petroglifos de la Edad del Bronce en el paraje denominado “Patá de la Mora“, en el casería hurdano de Mesegal.
Como han podido comprobar, cada pueblo tiene en Extremadura su paraje “moro”, su tesoro de los moros o su mora encantada. Solo hace falta preguntar a la persona adecuada y dejar que la imaginación nos guíe en el camino de vuelta hacia un pasado de dátiles, fuentes, miel y odaliscas.