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Israel J. Espino

Extremadura Secreta

Dragones castúos, lagartos monstruosos

Ilustración: Borja González Hoyos/

¿Hubo dragones en Extremadura? Conocerlos, los conocíamos. Bonifacio Gil  recoge un romance de ciego de Herrera del Duque llamado La Fiera Malvada, que nos describe a un auténtico dragón:

 Tenía orejas de caballo

La boca como una vaca

El arqueao de sus uñas

Como gancho de romana

El pelo como alfileres

                                                             La cola como una lanza

                                                            Dos cuernos en la cabeza

                                                           También alas que volaban.

A los dragones los conocíamos, pero no los nombrábamos.  (Jimber)

 

Pero los campesinos podían respirar tranquilos. Esta Fiera Malvada se encontraba a miles de kilómetros, en el casi mítico “reino de Jerusalem”.

 

Sin embargo, los extremeños no estábamos del todo a salvo. Aquí, más pragmáticos y menos caballerescos, lo que teníamos es lo que conocíamos: lagartos. Pero lagartos monstruosos, eso sí.

 

Sin duda la leyenda más conocida en Extremadura acerca de enormes saurios es la del lagarto de Calzadilla. Cuenta la historia que un gran lagarto asolaba los rebaños, hasta que un día un pastor se lo encuentra de frente

 

El lagarto de Calzadilla (A. Briz)

 

De entre zarza y matorrales,

de humedales y peñascos,

surgía una figura horrible,

la de un inmenso lagarto

que con las fauces abiertas

atacaba a su ganado.

 ¿Qué era aquello, aquel diablo?

 ¿un cocodrilo, un caimán?

 ¿una fiera de otros lados?

 ¿qué hacía el dragón rabioso

   devorando a su rebaño?.

 

El pastor se enfrenta a él, y no teniendo nada más que su cayado, pide al Cristo de la Agonía que convierta su bastón en escopeta y el pan en munición. Su piel escamosa puede verse aún en la ermita, y sus vecinos han heredado, ya por siempre, el apodo de “lagartos”.

 

Por el convento de los Ángeles, cerca de Ovejuela, vivía “El Pecado”, otro lagarto monstruoso (A. Briz)

 

Otro lagarto de gigantescas proporciones era igualmente el que diezmaba la hacienda de los vecinos de Ovejuela, alquería hurdana próxima al convento de Nuestra Señora de los Ángeles. Nos cuenta el historiador José María Domínguez Moreno que eso fue antes de que San Pedro de Alcántara llegara como guardián del cenobio, lo domesticara y lo convirtiera una inofensiva mascota. Y eso que los frailes, debido a la fealdad del monstruo, lo conocían con el nombre de “El Pecado”.

Cabañas del castillo y el castillo de Cabañas (Jimber)

 

Más grande todavía afirma que era el monstruoso lagarto que llegó a deslomar de un coletazo la sierra de Las Villuercas a la altura de Cabañas del Castillo. Nadie osaba entrar en aquellos parajes por miedo a ser devorado, hasta que un forajido que huía de la justicia no tuvo más remedio que adentrarse en aquellos parajes. Tras deslumbrar al monstruo con una patena que había robado de la iglesia de Jaraicejo, consiguió dar muerte al inmenso reptil.

 

Con esta hazaña el forajido pasó de delincuente a héroe, y no sólo fue perdonado, sino que como premio a su gran hazaña recibió amplias tierras en propiedad y la potestad de erigir una fortaleza, la que luego se conocería como el Castillo de Cabañas.

Desconocida leyenda, bello pueblo y ruinoso castillo.

Y pobre, pobre lagarto.

 

Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


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