La diferencia salarial entre hombres y mujeres que trabajan en las administraciones públicas se sitúa al menos en un 14 %, por encima de Alemania (7,7 %) o los países nórdicos (8 %). Una desigualdad que se incrementa hasta el 24,2% en el sistema sanitario lo que lo sitúa por encima de la media de las Administraciones.
Así, las brechas salariales, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el sector sanitario duplican a las del sistema Educativo y al de la Seguridad donde las mujeres cobran un 10,5 y 10,1 por ciento menos, respectivamente. En la Sanidad, las diferencias entre sus profesionales se acercan más a las del sector privado, que ascienden al 22 por ciento.
Estas diferencias salariales vienen reflejadas, no en el sueldo base que es idéntico para ambos sexos e igual categoría profesional, sino en las “bufandas”, las retribuciones variables y gratificaciones que se realizan con criterios subjetivos y que además, en el caso de estas retribuciones, no son públicas.
Hay muchas mujeres en las Administraciones públicas que llegan a jubilarse con el mismo nivel con el que entraron, además ellas apenas ocupan el 23 % de los altos cargos de la administración pública.
La realidad es distinta en los niveles bajos del sector público (15, 16 y 17), donde el 84 % de los trabajadores son mujeres, porcentaje que se reduce hasta el 38 % en el nivel 30.
Una situación que parece complicada de revertir ya que la mayoría de las mujeres se ve obligada a renunciar a su carrera profesional por decidir ser madre, ya que la mayoría son las que se ocupan de atender a las personas dependientes.
Y es que ser alto cargo suele implicar horarios imposibles que condicionan la vida familiar, lo que hace que muchas mujeres se queden estancadas en un mismo puesto.