El niño con cara de viejo resabiado se encapricha de la niña con cara de saber latín, niña que, conforme avanza en su desarrollo físico e intelectual, se convierte en la perfecta compañía para el niño con cara de hacerte la puñeta a la mínima que te descuides, a pesar de que a este niño la que le gusta es la niña con cara de haberse caído de un guindo, a la que, para su desgracia, tiene embelesada el niño con cara de a mí no me hables.